El conflicto central para la hija cuya madre no la amó o satisfizo
sus necesidades emocionales en la niñez y la adolescencia no se resuelve
alcanzando la edad adulta. Es una guerra en curso entre la necesidad de amar y
apoyar a la madre, así como un sentido de pertenencia y la creciente
apreciación de la hija por lo tóxica que es la conexión y su necesidad de una
normalidad libre de estrés. La batalla entre esas dos necesidades opuestas
puede durar años.
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IMAGEN: BARCELONALTERNATIVA |
En algún momento de su vida adulta, las hijas sin amor
tienen que tomar una decisión para salvar algún tipo de relación de los restos
o abandonar y seguir adelante. Ninguna opción es una decisión urgente, pero
suele estar precedida por años de ir y venir entre las alternativas. Yo lo
llamo "volver al pozo" porque, aunque la hija sabe que el pozo está
seco, su impulso es probar una vez más, por si acaso.
Muchas hijas, desanimadas por la cultural de cortar el
contacto y las pérdidas emocionales involucradas, están motivadas para tratar
de mantener la relación intacta de alguna manera. La presión social es un
factor, como lo es el miedo de la hija de cometer un error y negar a sus hijos
una familia extensa. Ten en cuenta que la decisión de divorciarse de tu madre
inevitablemente conduce a la separación con otros miembros de tu familia
también.
El curso de obstáculos
Tratar de salvar la relación para la mayoría es como
navegar por una carrera de obstáculos. Algunas hijas optan por mantener la
relación a pesar de que implica mantener el doloroso status quo. Una hija lo
explicó de esta manera:
"Elegí salvar mi relación con ella porque sé más allá
de la sombra de una duda que mi madre intentó lo mejor que ella sabía, pero
ella fue lisiada por el ciclo de violencia de su mamá y su abuela. Sin embargo,
sé que algunas hijas no tienen esa seguridad”.
Pero cuando se le preguntó sobre el camino que siguió para
llegar a salvar a relación, ella admitió que fue muy duro: "Depende del
día. Todavía hay fronteras poco saludables, pero lo que ayuda es tener mejores
mecanismos de afrontamiento. Desarrollé un sistema de apoyo completamente fuera
de mi familia". Cuando le pregunté si los intercambios todavía eran
dolorosos, ella respondió: "Me duele, pero también me preocupo por
lamentar no tener nada que ver con ella antes de morir. El miedo es un terrible
motivador. Pero elijo mantenerla a distancia. Tengo piedad de ella”.
Pero los obstáculos, a pesar de los esfuerzos de una hija,
permanecen. Entre ellos están:
-Falta de reconocimiento o simple negación por parte de la
madre.
-Negativa a respetar límites.
-Continuación de la agresión verbal, abuso y manipulación.
Decidir que la separación o no contacto es la única
respuesta
El divorcio materno tampoco responde al mayor problema de
no ser amado. En verdad, ir sin contacto es el primer paso de un largo proceso
que, en el mejor de los mundos posibles, incluye el duelo por el amor materno
que no obtuviste y tanto mereciste. Y, esperemos, el crecimiento de su propia
compasión. Y la detención de la voz interna -internalizada desde años de
críticas y agresiones verbales- y reemplazándola con una cinta que dice:
"Estás bien".
En estos momentos de elección, no importa lo que elijamos, igual
será difícil y doloroso. En nuestro día más optimista, nos gusta creer que
todos los vínculos estrechos de alguna manera pueden ser reparados o salvados
de modo que no nos quedemos sin nada. Esto es especialmente cierto cuando se
trata de una relación -madre e hijo- que nuestra cultura coloca en un pedestal,
separada de todas las demás conexiones. Lo triste es que, la mayor parte del
tiempo, esta reconciliación nunca se da.
Escrito por kevin Guanilo de Hoy Aprendí.
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