Ciertamente cuando actuamos
de la forma en que consideramos adecuada, que procuramos el bien, no solo para
nosotros, sino para todas las personas involucradas en nuestras acciones. Sin
que lo hagamos con la intención de recibir algo a cambio, es natural que al
menos esperemos un agradecimiento por parte de quienes se benefician.
Sin embargo, nuestro centro
debe ser poder ofrecerle a quienes nos importan especialmente, la posibilidad
de aportar a su vida algo positivo y debemos aprender a aceptar que cada quien
tiene su manera de reaccionar ante la vida, que no siempre obtendremos las
respuestas que nos gustaría ante nuestras acciones, pero que eso no significa
que debamos dejar de hacer lo que pensamos es lo correcto.
Si no
puedes hacer el bien, por lo menos no hagas daño. ― Hipócrates
Podremos dar lo mejor de
nosotros, podremos ayudar a quien consideremos y esto siempre nos beneficiará,
si lo hacemos desde el lugar correcto, es decir si hacemos las cosas con el
único fin de que nos sea retornada la
acción, que nos agradezcan o que nos hagan algún tipo de reconocimiento,
probablemente no estemos actuando desde nuestro lado bondadoso, sino desde
nuestro ego, que siempre requerirá del retorno de la inversión.
Entendamos que cada quien
tiene un proceso, que cada quien ve las cosas a su manera y no todos contamos
con los mismos recursos para reaccionar ante la vida. No podemos permitir que
nuestras decepciones nos limiten nuestra esencia, debemos saber que nuestras
buenas acciones siempre nos harán atraer a nuestra vida cosas positivas,
inclusive cuando en el corto plazo no seamos capaces sino de sentir pena por
alguna respuesta obtenida de manera particular.
Si todos nos dedicamos a
hacer nuestra parte, sin esperar mucho de la persona a quien estamos prestando
algún beneficio, todos estaríamos conectados con las energías más
enriquecedoras, sin el riesgo de la decepción.
No
puedes obligarte a ti mismo a sentir algo que no sientes, pero si puedes
obligarte a hacer el bien, a pesar de lo que sientes. ― Pearl S. Buck.
Llénate del momento
presente.
Cuando desviamos nuestra
atención del presente, muchas veces nuestra mente vuela a recordarnos nuestras
decepciones y si algo debe dejarnos nuestro pasado es aprendizaje, no para ser
más cerrados, ni para perder nuestra bondad, por el contrario, para aprender de
la naturaleza humana, para no esperar y de esta forma estar abiertos a la
sorpresa agradable que deja una acción enriquecedora de alguien en nuestra
vida.
Acepta a cada quien como es
y no permitas que nadie cambie tu esencia, si estás haciendo o procurando el
bien, estás haciendo lo que debes hacer, independientemente de la respuesta o
lo que represente para alguien más.
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