Aunque hoy me despida, no tendré palabras para agradecerte lo que hiciste por mí

Llegaste a mi vida en el momento que más perdida estaba, para ayudarme a recobrar mis fuerzas, para encontrarme, para hacerme recordar quién era y para centrarme nuevamente. Me llenaste de la seguridad que necesitaba, que no podía ubicar dentro de mí, de la gracia sublime del amor, de los gestos, las caricias y las miradas que ya no buscaba, que ya no recordaba que existían.
Me salvaste de mí misma, de sumergirme en un abismo para no poder retornar… Y por eso no tendré nunca palabras para agradecerte. Así como me recordaste que era el amor y quien era yo dentro un maremágnum de miedos, angustias, tristezas, inconformidad, que ni siquiera lograba identificar, te descubriste ante mí como a una persona con la que se me hace imposible continuar.

Me hiciste mucho bien en el momento que más lo necesitaba, si creyese en los ángeles seguramente tú encajarías de manera perfecta como una de sus manifestaciones divinas. Sin embargo, a través de ti también he conocido la otra cara de la moneda, esa que no quiere verme completamente bien, que no quiere que termine de curar mis alas, para que no pueda volar, que si pudiese meterme en una jaula, lo haría sin remordimiento alguno.


No puedo decir que no te amo, pero ha llegado el momento de amarme más a mí misma, y sin miedo a llegar a estar como cuando entraste a mi vida, marcar la retirada y la lejanía entre tú y yo. Todo lo bueno que hiciste por mí sigue en mi interior, lo tengo guardado y grabado. Eras demasiado perfecto, demasiado a mi medida, pero te fuiste transformando en mi secuestrador, en ése que dudaba de mi palabra, de mi amor, que le molestaba verme feliz, que le molestaba verme brillar.

ntendí que me amas bajo unas condiciones que no puedo aceptar, que me amas para que solo tú seas feliz, dejando a un lado mis deseos, mis necesidades… No sé si esto sea un tipo de amor, lo que sé es que no me hace bien, no me hace bien una ofensa seguida de un te amo o viceversa, no me hace bien que no te alegren mis alegrías, no me hacen bien tus dudas y fantasmas cuando lo que he hecho es entregarme a ti, pensar en ti y amarte a ti.

Yo estaba allí para ti, mientras que tú en tu cómoda posición no te detenías a ver el lugar que ocupabas en mi vida… Tu necesidad de control, de imposición, tu deseo de verme sumisa, se hizo más fuerte que el amor… Luego de haberme salvado, me estabas hundiendo poco a poco, pero como me llenaste de fuerzas, de confianza y de esperanza, puedo reconocerlo, puedo alzar la mirada y decidir a donde voy, lástima que hayas hecho imposible que recorriera ese camino a tu lado.

Me despido y a pesar de todo, quedarás grabado en mi corazón como mi salvador… Por siempre te estaré agradecida.

Este articulo fue realizado gracias a mujer.guru Si deseas seguir leyendo artículos de tu interés sigue explorando el sitio.

Comentarios