“El comienzo es la parte más
importante del trabajo”, dijo Platón hace algunos siglos. La capacidad para
asombrar y capturar el interés de la audiencia es fundamental porque de lo contrario,
no importa que tengas el mensaje más importante que transmitir, este llegará a
unos pocos simplemente porque no has logrado motivarlos lo suficiente.
Ser un buen orador es
complicado, a veces requiere años de práctica. Organizar una presentación hasta
en sus más mínimos detalles también es difícil pero, afortunadamente, podemos
tener un as debajo de la manga si elegimos adecuadamente cómo comenzar la
presentación, si estructuramos bien esos primeros 60 segundos.
Si pasas ese tiempo
disculpándote, haciendo una broma o puntualizando detalles técnicos, habrás
perdido una oportunidad de oro para demostrar tu profesionalidad, causar una
buena primera impresión y, de paso, cautivar a tu público.
1.
Comienza con una historia interesante. Las bromas son un recurso
muy manido pero las buenas historias siempre nos enganchan, sacan a la luz
nuestro lado más infantil y nos hacen prestar atención. No importa si se trata
de ejecutivos, profesores u obreros, a todos nos seducen las historias, por eso
continuamos leyendo novelas y viendo filmes.
Por supuesto, no vale
cualquier historia. Lo ideal es que sea un cuento con tintes personales, así le
demuestras a la audiencia que confías en ellos y que te apasiona el tema.
También puedes elegir la historia de otra persona pero siempre y cuando esta
contenga alguna enseñanza. Sin embargo, no te pases porque resultarás aburrido,
la historia no debe durar más de 2 minutos, como media.
2. Haz
una pregunta retórica y provocativa. Las preguntas involucran inmediatamente
al auditorio, los animan a pensar y a concentrarse en la presentación. Si se
trata de una pregunta inesperada, con un toque de provocación, mejor que mejor.
Recuerda que no se trata de que la audiencia te responda, tan solo debes
persuadirla y capturar su atención. No te limites a una simple pregunta cuya
respuesta solo demande un sí o un no, ve más allá y, si es posible, roza los
bordes de la ética. Se trata de un truco que siempre funciona. (He aquí unos
pequeños trucos que desvelan los secretos de las historias convincentes.)
3.
Apuesta por una estadística alarmante. A todos, quien más y quien
menos, nos gustan las estadísticas, incluso los profesionales de las ciencias sociales
no logramos escapar de su influjo. Las estadísticas resumen de manera rápida
una tendencia y nos permiten concentrarnos en el tema que se abordará. Por
supuesto, no elijas las cifras que todo el mundo conoce, investiga un poco y
comienza la presentación con una cifra que resulte sorprendente o incluso
alarmante. Generar cierto grado de alarma y desazón es una estrategia segura
para llamar la atención. Sin embargo, no les atiborres de cifras, selecciona
solo las más importantes.
4.
Elige una foto. Seguramente habrás escuchado que “una imagen
vale más que mil palabras” y muchas veces es así. La información que nos llega
desde el sistema visual tiene un impacto muy fuerte y es memorable. Al elegir
la foto, asegúrate de que esta despierte emociones o que, al menos, despierte
curiosidad. La foto te debe servir para crear el estado de ánimo adecuado. Por
supuesto, no elijas una imagen obvia porque obtendrás el efecto opuesto,
apuesta por algo más irreverente o haz que la audiencia piense.
5. Usa
una pista visual original. Las pistas visuales ayudan a despertar
la curiosidad y hacen que las personas se mantengan atentas a tu mensaje. Por
ejemplo, en la película de George Clonney “Up in the air”, este usaba una
mochila como pista visual para comenzar sus conferencias. Sin embargo, puedes
recurrir a cualquier cosa vinculada con tu mensaje, algo que sea visible y
original, un objeto que nadie espere ver en ese lugar.
Este articulo fue realizado gracias a rinconpsicologia.com Si deseas seguir leyendo artículos de tu interés sigue explorando el sitio.
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