A un rey le obsequiaron dos
pichones de halcón. Este, los entregó inmediatamente al maestro de cetrería
para que los entrenara. Después de varios meses, el instructor le comunicó al
rey que uno de los halcones estaba bien educado, pero no sabía qué le pasaba al
otro. Desde que había llegado al palacio, no se había movido de la rama,
incluso había que llevarle el alimento.
El rey mandó llamar a
sanadores y curanderos pero ninguno pudo lograr que el ave volara. Desesperado,
hizo público un edicto en el que proclamaba una recompensa para aquel que
hiciera volar al halcón. A la mañana siguiente, el rey vio al ave volando en
sus jardines.
– Traedme al autor de este
milagro. Ante el rey apareció un campesino. El rey le preguntó:
– ¿Cómo lograste que el
halcón volara? ¿Acaso eres mago?
– No, fue muy difícil –
explicó sonriendo el hombre. – Tan solo corté la rama. En ese momento al ave no
le quedó otra alternativa que echar a volar.
Esta fábula nos enseña que a
veces es necesario quedarse en la rama para recuperar fuerzas, pero si nos
quedamos en la zona de confort durante mucho tiempo, nunca sabremos cuán lejos
habríamos sido capaces de llegar. Por eso, necesitamos expandir cada vez más
nuestra zona de confort.
Crecemos al salir de
la zona de confort
Lo queramos o no, la
capacidad para abandonar de manera consciente nuestra zona de confort y
atrevernos a descubrir nuevos horizontes o perseguir nuestros sueños es lo que
nos hace diferentes a los demás, es lo que nos permite tener nuevas
experiencias que enriquezcan nuestra vida. Lamentablemente, la mayoría de las
personas prefieren quedarse en su zona de confort, ese espacio en el que se sienten más o menos a gusto y
al seguro.
Para comprender la zona de
confort puedes imaginar dos círculos concéntricos, uno pequeño dentro de uno
mayor, pero que no se tocan en ningún punto. El círculo pequeño representa
todas las cosas a las que estamos acostumbrados, nuestros hábitos y rutinas,
los sitios que solemos visitar y las personas que frecuentamos. Es nuestra zona
de confort.
A primera vista, todo puede
parecer genial, pero lo cierto es que mantenerse dentro de ese círculo no es
una garantía de felicidad ni te asegurará que al final de tu vida no tendrás
arrepentimientos. En realidad, mantenerse en la zona de confort te limita
porque no te permite descubrir nada nuevo. De esta forma, es posible que mueras
un poco cada día. De hecho, recuerda que la vida comienza donde termina tu zona
de confort.
Sin embargo, existe un
círculo mucho más grande, compuesto por las cosas que no conoces, por tus
sueños, los desconocidos, los lugares nuevos. Es el círculo del aprendizaje. De
hecho, solo crecemos cuando somos capaces de dar el salto a ese círculo, de
manera que nuestro pequeño círculo se amplíe cada vez más.
A muchas personas dar ese
salto les asusta demasiado, porque no saben qué encontrarán en ese otro
círculo, de manera que ponen en práctica un mecanismo de autosabotaje, para
mantenerse en su zona de confort y no verse obligadas a salir.
Las mentiras que nos
contamos para no salir de la zona de confort
1.
“No tengo por qué hacerlo”
Es cierto, no hay nadie que
te empuje fuera de tu zona de confort, no es obligatorio que salgas, pero si te
quedas dentro, no crecerás. Recuerda que no creces simplemente porque pasen los
años, sino por los retos que enfrentas. Cuando piensas en un proyecto que
representa un gran desafío y de repente tu voz interior te dice que no tienes
por qué hacerlo, en realidad lo que estás expresando es una resistencia al
cambio, porque una parte de ti desea que te mantengas dentro de los límites de
lo conocido. Sin embargo, cuando vuelvas a pensar que no tienes motivos para
emprender algo nuevo, recuerda que el simple hecho de crecer y descubrir, son
razones más que suficientes.
2.
“No es el momento adecuado”
En muy pocas ocasiones se
dan las condiciones perfectas para emprender algo, pero ir en pos de un sueño
significa luchar contra viento y marea, creando las condiciones a lo largo del
camino. Cuando te dices a ti mismo que no es el momento adecuado, está hablando
el miedo, probablemente un intenso miedo al fracaso que te inocularon desde la
infancia. Por supuesto, no se trata de lanzarse a la aventura sin valorar los
pros y los contras pero si queremos lograr realmente algo en la vida, debemos
ser conscientes de que no podemos quedarnos parados, necesitamos ir dando
pequeños pasos. Y mientras antes comencemos a andar, mejor.
3.
“Comenzaré cuando…”
Se trata de una de las
excusas más comunes para quedarnos a salvo en nuestra zona de confort. En
práctica, es el autoengaño perfecto porque no estamos renunciando al sueño o el
proyecto que tenemos en mente, sino tan solo aplazándolo, hasta que se produzca
determinada situación. El problema es que esta excusa nos lleva directamente a
la procrastinación, por lo que es probable que cuando la condición que
demandamos se cumpla, pongamos otra, y luego otra más. De esta forma logramos
mantener viva la esperanza pero, a la vez, no tenemos que esforzarnos para
hacer ese sueño realidad. Por eso, aunque no estén todas las condiciones
creadas, simplemente ve dando pequeños pasos, no esperes demasiado porque la
vida es muy corta.
4.
“No es para mí”
Básicamente, detrás de esta
frase se esconde la idea de que no somos lo suficientemente buenos o capaces.
Se trata de la excusa perfecta para las personas inseguras y que tienen una
baja autoestima. También es una excusa que utilizan las personas que tienen
miedo del mundo y se cierran a las nuevas experiencias. En todo caso, no podrás
saber si una cosa realmente te gusta o no hasta que no la pruebes. De hecho, es
probable que en más de una ocasión hayas pensado que algo no estaba hecho para
ti pero después de probarlo, has llegado a amarlo o incluso te has aficionado.
Por tanto, no te cierres nunca a las nuevas experiencias ni te limites como
persona. Es lo peor que podrías hacer.
5.
“No sé cómo hacerlo”
Las cosas nuevas pueden
atemorizar, por eso una de las excusas que inventamos para permanecer en
nuestra zona de confort consiste en decirnos que no sabemos cómo enfrentar el
reto. Podemos pensar que no tenemos las habilidades necesarias o que nunca las
podremos desarrollar. Sin embargo, recuerda que cuando tienes un “qué”, los
“cómos” llegan solos. Es cierto que para emprender determinados proyectos se
requiere una preparación pero eso no implica que no puedas hacerlo, tan solo
significa que te llevará más tiempo o que necesitarás a una persona que te
ayude. Ninguna destreza surge de la nada, todas esconden en su base mucha
pasión y esfuerzo.
Como
colofón, ten siempre en mente lo que decía Nelson Mandela: “Imposible es todo
aquello que no se intenta”.
Este articulo fue realizado gracias a consejosdelconejo.com Si deseas seguir leyendo artículos de tu interés sigue explorando el sitio.
Comentarios
Publicar un comentario