Por Sonia Murillo
¿Quién quiere hacer borrón y
cuenta nueva?
Deshacerse de viejos miedo,
obsesiones y esquemas mentales que nos hacen daño es el primer paso para
lograrlo. Pero ¿cómo? La psicóloga Ana Villarrubia nos da las herramientas para
intentarlo.
Todos los seres humanos nos
enfrentamos a los mismos problemas en algún momento de nuestras vidas: miedo,
tristeza, frustración, autoexigencia excesiva, poco tiempo para hacer lo que
nos gusta, sueños que se han quedado en el olvido... ¿Te suena de algo? Sin
embargo, no todos somos capaces de afrontarlos de la misma manera, y eso, según
explica Ana Villarrubia en su primer libro, Borrón y cuenta nueva: 12 pasos
para una vida mejor (Ed. Temas de Hoy), se puede cambiar. La psicóloga nos da
todas las herramientas que necesitamos para ayudarnos a empezar de cero.
Dices que para hacer borrón
y cuenta nueva hay que desechar todos esos miedos que nos impiden salir de
nuestra zona de confort. Pero ¿cómo lo hacemos?
Nuestra rutina es nuestra
zona de confort y tiene cierta importancia, pero una cosa es que la tengamos y
otra que no la podamos modificar. Hay que empujar algunos límites. Todos
tenemos ese algo que nos gustaría hacer, esa espinita que tenemos clavada, ese
proyecto que nos ronda siempre la cabeza junto a las frases típicas: "Se
me va a dar mal", "Si yo no valgo"... Todos esos pequeños
proyectos, en poco tiempo, pueden hacer que ampliemos nuestra zona de confort y
que nos demos cuenta de que somos capaces de mucho más de lo que pensábamos.
¿Quizá es que le damos demasiadas
vueltas a las cosas?
Sí, nos pasa a todos. Lo que
sucede es que manejamos muy mal la dimensión cognitiva, es decir, el
pensamiento. Uno piensa que se siente de una determinada manera porque ha
vivido algo, y no es así. Depende de cómo tú interpretes lo que te ocurra, no
del hecho en sí, que puede ser objetivo. Si interpretas lo que te ha pasado
como una fatalidad y no te queda nada más que abandonarte o lo ves como una
dificultad, pero que puedes llegar a superarla se generarán emociones diferentes.
En esos 12 pasos para una
vida mejor destacas que si quieres que todo cambie hay que empezar a tomarse
las cosas de otra manera.
Así es. Tus emociones no
dependen de lo que te ocurre, sino de cómo lo interpretas. Todo eso viene de
muy atrás, de patrones adquiridos a edades muy tempranas, de las diferentes
personalidades que tenemos a nuestro alrededor, de figuras influyentes, de
modelos educacionales, y ese tipo de patrones nos acompañan toda la vida. Son
como esquemas a través de los que vemos el mundo y tendemos a interpretar las
cosas más o menos siempre de la misma manera. Por ejemplo, todos tenemos a
nuestro alrededor una persona que sabemos que es muy negativa y que todo lo que
le ocurre, aunque a ti te parezca que no tiene mucha importancia, a ella se le
hace un mundo, una catástrofe. La ansiedad es una emoción que no te permite
hacerte cargo de las cosas y hace que todo te desborde.
En una sociedad que nos
exige tanto a todos, ¿cómo no vamos a sentir ansiedad?
Vivimos en una sociedad muy
exigente, es cierto, pero, además, también nos demanda inmediatez. Debemos
aprender a gestionar esa exigencia nosotras mismas. Si todas fuéramos un poco
más conscientes de lo exigente que es el mundo y de lo que supone enfrentarse a
él, no seríamos tan exigentes con nosotras y también seríamos un poco más
benevolentes con los demás.
Precisamente, en el libro
resaltas la importancia de aceptar los defectos de los demás. No parece una
tarea fácil. ¿Cómo se logra?
No esperando más de lo que
pueden dar. Es verdad que los demás nos pueden decepcionar, pero cuando te das
cuenta de que lo que nos decepciona es inherente a ellos, que forma parte de su
manera de actuar y que además no lo quieren cambiar... tú no eres quién para
obligarle a hacerlo, y es que, además, no lo vas a conseguir. El cambio viene
de dentro. Ya cuesta demasiado cambiarse uno mismo como para encima cambiar a
los demás. Por tanto, si tienes al lado a alguien que constantemente te está
decepcionando, plantéate que a lo mejor tú también estás depositando sobre esa
persona expectativas que jamás vas a ser capaz de cumplir. Aceptar las
limitaciones de los demás, y también las de uno mismo, haciendo uso de la
empatía, poniéndose en el lugar del otro y observándose desde fuera también
hace que seamos capaces de tener relaciones más sosegadas y más tranquilas y
que seamos más felices.
Pero no se trata de aceptar
sin más todos sus comportamientos. ¿O sí?
Claro que no. La asertividad
está para eso. Es una habilidad que se basa en pedir lo que uno quiere sin
humillar, sin manipular, sin agredir, pero también sin someterse. La
asertividad refleja nuestra autoestima. En función de si tenemos una autoestima
equilibrada seremos más o menos asertivos. Trabajándola nos damos cuenta de que
podemos conseguir lo que queremos. ¿Cómo? Respetando a los demás, teniendo un
discurso sosegado y coherente, para así marcar los límites de uno mismo y de
nuestros interlocutores.
Y, para marcar esos límites,
es esencial aprender a decir que no. ¿Cómo podemos hacerlo?
Nuestra identidad se define
mejor por lo que no queremos que por lo que queremos. Lo que nos gusta es más o
menos universal y las cosas que son agradables lo son para, casi, todo el
mundo. Pero lo que no nos gusta también forma parte de nosotros y en el momento
en el que hacemos cosas que realmente no querríamos hacer por nada del mundo
nos estamos dañando a nosotros mismos.
Señalas que la culpa es uno
de los lastres más pesados y nos impide seguir avanzando, pasar página.
Creo que en la culpa hay una
influencia religiosa muy importante. Es un sentimiento comprensible, algo muy
humano, pero cuando se utiliza para castigarse no está cumpliendo ninguna
función. La culpa como primer paso para hacerte reaccionar y solucionar el daño
o el problema que has causado es aceptable. Si no, sencillamente no sirve de
nada.
Tú eres una gran defensora
de la rutina en la pareja, algo de lo que siempre nos han dicho que debemos
huir...
Es nuestro tema estrella en
AR, en la sección Adictas al amor de la web. La rutina es necesaria, porque nos
permite construir. Sin esos periodos de estabilidad y de rutina no podríamos
detectar cuando tenemos necesidades nuevas. Si tenemos una rutina más o menos
fija, que por supuesto está hecha para saltársela, podremos atender todos los
aspectos de nuestra vida que nos parecen importantes.
¿Tú has tenido que hacer
borrón y cuenta nueva en algún momento de tu vida?
Quería ser piloto, pero soy
miope, así que no puedo. Y de no haber sido así, habría ido a por ello. Es algo
que todavía me apasiona, pero es que también me mareo en los simuladores, así
que eso también es otra limitación, y he tenido que aceptarlas. Mi sueño en
realidad era tener una consulta y la tengo. Y no era fácil. Tuve que salir de
mi zona de confort. Así es como se consiguen los sueños. Si te paras a analizar
la realidad que tienes, los medios de los que dispones, tu formación, tu
capacidad... en un tiempo puedes trazar un plan para conseguir algo de lo que
quieres. Lo llamamos 'sueño' y nos parece muy inalcanzable, pero la mayor parte
de nuestros sueños están a nuestro alcance. El problema es que muchos son a
largo plazo y en esta sociedad de la inmediatez no lo vemos, no somos capaces
de proyectaros más allá del ahora, y no lo intentamos.
Haz el ejercicio del árbol
Ana Villarrubia ha
recopilado en su primer libro diferentes tareas que nos ayudan a mejorar
inspiradas en experiencias vividas en su consulta. ¿Nuestra favorita? El árbol
de tus éxitos, un sencillo ejercicio que te ayudará a evaluar el estado de tu
autoestima. Apunta: dibuja un árbol en un folio. Escribe en la copa todos tus
logros como si fueran sus frutos. Ahora, pon en el tronco las habilidades que
te permitieron conseguir todo eso y en las raíces, tus características (tu
creatividad, tu fuerza...). ¿El objetivo? Darte cuenta y ser consciente de todo
lo que has conseguido en tu vida y lo que puedes seguir consiguiendo con tus
habilidades y valores.
Esquemas mentales que te
hacen daño
1. "Tengo que gustarle
a todo el mundo". Dependiendo de quién se trate puede ser mejor que no te
trague. Céntrate en tus logros y fíjate si te acercan a tus objetivos.
2. "Las personas son
malas por naturaleza". En general, ninguna de las personas que te hacen
daño lo hace a propósito. Actúan según su criterio, igual que tú. No pretenden
herirte.
3. "Si no tienes éxito
es que no vales para nada". El fracaso forma parte de tu aprendizaje. El
éxito también puede alejarte de lo que buscas.
4. "Todo debe salir
como yo lo he planificado". Es imposible controlar los imprevistos y
sentirte mal por ello. Solo te daña.
5. "Si algo puede salir
mal, saldrá mal". Pensando así sufrirás de forma anticipada y no te
servirá para solucionar lo que pueda ocurrir. Intenta pensar en positivo.
6. "Tengo que arreglar
los problemas del resto". No, tu responsabilidad es arreglar tus
problemas, no los de los demás. Si lo haces, no evolucionan.
7. "Es imposible
lograrlo con mi pasado". Tu porvenir puede ser tan brillante como tú
quieras. Solo tienes que ponerte en marcha y avanzar. Tu pasado no es
relevante.
8. "Los problemas se
solucionan por sí solos". Nada se arregla por arte de magia y huir de los
conflictos no te garantiza salir indemne de ellos.
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