Hace ya muchísimo tiempo
Platón dijo que “la pobreza no viene por la disminución de las riquezas sino por
la multiplicación de los deseos”. El budismo también nos alerta de este
problema al afirmar que “no es más rico quien más tiene sino quien menos
necesita”.
En la base de estas ideas se
esconde una enseñanza fundamental que olvidamos a menudo: la riqueza no se
halla en las posesiones materiales sino en nuestro interior. Por eso, hay
muchas personas que, aún teniendo todo lo que necesitan e incluso mucho más
para satisfacer sus necesidades materiales, siguen siendo pobres, son pobres de
espíritu y de corazón, una pobreza que les hace profundamente infelices.
Al pobre le faltan
muchas cosas, al avaro todas
Esto dijo Publilio Siro, un
escritor de la Antigua Roma, pero lo cierto es que sus palabras siguen teniendo
plena vigencia en el siglo XXI. Existen personas que aunque podrían catalogarse
como “pobres” teniendo en cuenta únicamente el aspecto económico, son ricas de
corazón, mientras que otras que podrían calificarse como ricas” son pobres de
afecto.
Hay personas que van por el
mundo iluminando e inspirando, contagiando con su ejemplo de tolerancia y
bondad. Otras piensan que el mundo es su jardín y que los demás les deben
rendir honores. Esas personas no se conforman con lo que tienen y siempre
quieren más, por lo que terminan siendo muy infelices ya que la insatisfacción
se apodera de sus vidas. Lo curioso es que en muchas ocasiones ni siquiera se
dan cuenta de que la fuente de su infelicidad se encuentra en ellas mismas, en
sus ideas, actitudes, expectativas y comportamientos.
El egoísmo, la
competitividad y las ansias de tener cada vez más han calado hasta los huesos,
de manera que no son capaces de vislumbrar que existe otra forma de vida, una
vida con menos pero que puede ser mucho más gratificante. En realidad, ni
siquiera es su culpa, generalmente se trata de personas que han crecido en
ambientes muy competitivos, donde les han enseñado que mientras más tienes más
vales, y nunca se han cuestionado esta idea.
Estas personas no conciben
que se pueda ser feliz teniendo menos, aunque tampoco se dan cuenta de que no
son más felices teniendo más. En el fondo, son víctimas de sus estereotipos y
creencias, se han convertido en la víctima de una tela de araña que ellos mismos
han ayudado a construir.
Ser y dejar ser
En Psicología normalmente se
sigue un principio: no enfrentar a las personas a problemas que no pueden
solucionar porque no cuentan con las herramientas necesarias. Así se evita la
iatrogenia.
En la vida, hay muchos casos
en los que debemos aplicar ese principio porque a veces las buenas intenciones
terminan causando males mayores. Por tanto, cuando una persona no se muestra
receptiva ante ciertos mensajes, es mejor no intentar cambiarla, convencerla y
mucho menos provocar una discusión por ese asunto.
Cada quien debe vivir sus
propias experiencias, y aprender de ellas. De hecho, no hay mejor maestro que
la vida misma. Mientras tanto, nosotros podemos motivar con el ejemplo, porque
no hay nada mejor para hacer reflexionar a los demás que demostrarles que se
puede ser caritativo sin ser ricos, que se puede consolar aunque nos sintamos
mal, que se puede ser empático incluso en medio de una competencia y que se puede
ser muy feliz teniendo poco.
Fuente:
Sabater, V. (2016) Hay gente
que no es pobre por como vive, sino por como piensa. En: La mente es
maravillosa.
Fuente: el post completo y original lo puedes consultar en rinconpsicologia
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