Una vez, un joven fue a ver a un hombre sabio y le dijo:
He venido a buscar un consejo porque estoy atormentado por
sentimientos de inutilidad y ya no quiero vivir así. Todo el mundo me dice que
soy un fracaso y un tonto. Te lo ruego maestro, ¡ayúdame!
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IMAGEN: PEXELS |
El sabio miró al joven y respondió apresuradamente: “Perdóname,
pero ahora estoy ocupado y no puedo ayudarte. Hay una cuestión urgente a la que
debo prestar atención…”, se detuvo un momento pensando y añadió “Pero si estás
de acuerdo con ayudarme, le devolvería el favor con mucho placer”.
“Por supuesto maestro” – murmuró el joven, notando con algo
de cólera que una vez más sus preocupaciones habían sido descartadas como poco
importantes. “Bueno” – dijo el sabio, y se sacó el pequeño anillo con una hermosa
joya que tenía en el dedo.
“¡Toma mi caballo y ve al mercado que está en la plaza!
Necesito urgentemente vender este anillo para pagar una deuda. Trata de obtener
un precio justo y no conformarte con nada menos de una moneda de oro. Vete
ahora y vuelve lo más rápido que puedas”.
El joven tomó el anillo y salió galopando. Cuando llegó al
mercado, mostró el anillo a diferentes comerciantes, quienes en un principio
examinaron el anillo con gran interés. Pero tan pronto como se enteraban que
solo lo obtendrían a cambio de oro, perdían completamente el interés. Alguno
comerciantes incluso se burlaban del joven y otros simplemente lo ignoraban.
Solo un comerciante anciano tuvo la cortesía de explicarte que una moneda de
oro era un precio demasiado alto para ese anillo.
Cuando oyó esas palabras, el joven se enojó mucho ya que
recordaba la instrucción del sabio de no aceptar nada menos que oro. Después de
haber pasado por todo el mercado buscando un comprador decidió subirse al
caballo y volver. Sintiéndose completamente deprimido por su fracaso, volvió a
ver al hombre sabio.
“Maestro no pude cumplir su petición” – dijo el joven. “En
el mejor de los casos habría podido conseguir un par de monedas de plata, pero
me dijiste que no aceptara nada menos que el oro.”
“¡Ese es un punto muy importante muchacho!” - respondió el
hombre sabio. “Antes de tratar de vender un anillo, ¿no sería mejor saber que
tan valioso es? Y quien mejor para decirte cuando vale que un joyero. Busca un
joyero y descubre cuál es su precio. Pero no lo se lo vendas a él sin importar
cuanto te ofrezca. Al saber el precio vienes a mí de inmediato”.
El joven se subió una vez más al caballo y salió a buscar
al joyero. Al encontrarlo, el joyero analizó el anillo a través de una lupa
durante bastante tiempo, luego lo pesó y finalmente se lo devolvió al joven
diciendo: Dile a tu amo que en este momento no puedo darle más de 58
monedas de oro. Pero si me da algo de tiempo, comprare el anillo por 70
monedas.
“¡70 monedas de oro!” – exclamó el joven. Se rió, dio las
gracias y galopó a toda velocidad hacia el sabio. Cuando el sabio escuchó la
historia del joven le dijo: “Recuerda muchacho que eres como este anillo. Querido
y único. Y sólo un verdadero experto puede apreciar tu valor verdadero.
Entonces, ¿por qué estás perdiendo el tiempo vagando por el mercado y
atendiendo a opinión de cualquier tonto?”.
Escrito por Kevin Guanilo de Hoy Aprendí.
wow que bonita historia.-
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