“La
lista de Schindler”, “La vida es bella”, “One million dollar baby”, “La Tumba
De Las Luciérnagas” y “Philadelpia” son algunas de las películas más tristes
que se han producido en los últimos tiempos. Sin duda, son
buenas películas desde el punto de vista cinematográfico, pero nadie en su sano
juicio las recomendaría para mejorar el estado de ánimo.
Sin embargo, los estudios
neuropsicológicos nos indican que andamos desacertados pues ver películas
traumáticas puede tener un efecto positivo. Estos filmes no solo fomentan la
empatía sino que también nos hacen más tolerantes ante el dolor e incluso
pueden generar una sensación de felicidad y satisfacción con la vida.
Los efectos
insospechados de las películas traumáticas sobre nuestro estado de ánimo.
Investigadores de la
Universidad de Oxford reclutaron a 169 personas, a quienes dividieron en
pequeños grupos, junto a otros desconocidos. Todos vieron la película “Stuart:
A Life Backwards”, que versa sobre la historia real de un joven discapacitado
sin hogar, adicto a las drogas y el alcohol. A su vez, otras 69 personas vieron
documentales sobre historia natural, arqueología o geología.
Antes y después de ver los
materiales, los participantes debían indicar su estado de ánimo, así como sus
sentimientos hacia el resto de desconocidos que formaban parte de su grupo.
Además, se sometieron a una prueba para evaluar su nivel de tolerancia ante el
dolor, de forma que los investigadores podían hacerse una idea del nivel de
endorfinas en su cerebro.
Los resultados mostraron
que, como media, las personas que vieron la película triste mostraban un cambio
considerable en su estado de ánimo. Obviamente, estos resultados eran
previsibles. Lo que no esperaban los investigadores era que la tolerancia ante
el dolor aumentara en un 13,1%, mientras que en quienes vieron los documentales
disminuyó en un 4,6%. Esto significa que los participantes que vieron la
película traumática eran capaces de soportar un dolor un 18% más intenso que
quienes habían visto los documentales.
¿Por qué?
La clave radica en que la
tragedia dispara la producción de endorfinas. De hecho, es interesante saber
que nuestro cerebro no establece grandes distinciones entre el dolor físico y
el emocional. Las áreas que se encargan de procesar el dolor físico, son las
mismas que procesan el dolor psicológico. Por eso, los investigadores están
convencidos de que las películas tristes generan un aumento de la producción de
endorfinas a nivel cerebral, las cuales nos ayudan a soportar mejor el dolor.
Lo curioso es que las
endorfinas también nos hacen sentir mejor, nos ayudan a aliviar el estrés y
promueven un estado de tranquilidad y felicidad. De hecho, un estudio anterior
realizado por psicólogos de la Universidad Estatal de Ohio en el que
involucraron a casi 400 personas confirmó que después del impacto inicial que
provocan los filmes tristes, la mayoría de las personas se sienten mucho más
contentas y satisfechas con su vida.
Más allá de los efectos
bioquímicos, lo cierto es que a menudo este tipo de filmes provocan auténticos
terremotos emocionales que nos llevan a valorar mucho más nuestra vida y todo
lo bueno que tenemos y disfrutamos. Estas películas nos dan una dosis de
realidad que nos permite sentirnos agradecidos simplemente por ser y estar. Y
eso, es una razón más que suficiente para ver una película triste de vez en
cuando, una terapia que, al igual que la música triste, puede hacer que nos
sintamos mejor.
Fuente: el post completo y original lo puedes consultar en rinconpsicologia.
Fuentes:
Dunbar, R. I. et. Al. (2016)
Emotional arousal when watching drama increases pain threshold and social
bonding. Royal Society Open Science.
Knobloch, S. et. Al. (2012)
Tragedy Viewers Count Their Blessings: Feeling low on Fiction Leads to Feeling
High on Life. Communication Research; 39(4).
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