La dependencia al alcohol y los trastornos derivados de su consumo habitual.
Alcohol. Esta palabra hace
referencia a una de las sustancias psicoactivas legales más populares y
consumidas en todo el mundo. Esta sustancia actúa como depresor del sistema
nervioso central, desordenando las membranas neuronales y aumentando la
movilidad de las moléculas presentes en el cerebro.
Se ha comprobado que la toma
de pequeñas cantidades diarias mejora la salud y protege contra enfermedades
cardíacas, produciendo además sensación de excitación, disminuyendo el nivel de
ansiedad y las frecuencias cardíaca y respiratoria. Sin embargo, en dosis más
elevadas disminuye el nivel de conciencia y la coordinación psicomotriz entre
otros efectos, y de mantener un consumo continuado puede desembocar en una
dependencia hacia esta sustancia, también conocida como alcoholismo, que de
mantenerse a lo largo de un periodo de al menos doce meses que puede provocar
lesiones en diversas áreas cerebrales.
¿Qué es la dependencia?
Se entiende por dependencia
aquel cuadro caracterizado por la existencia de la adquisición de una
tolerancia notable necesitando incrementar la cantidad de sustancia para
conseguir los efectos deseados, la presencia de síntomas de abstinencia, el uso
prolongado de la sustancia más allá de lo que pretendía el consumidor, el deseo
persistente de suprimir o controlar la conducta, el deterioro de otras
actividades debido a la realización continua de actividades para conseguir la
sustancia y la toma de sustancia a pesar de conocer la afectación que esta
provoca sobre la propia persona.
En el caso de la dependenci
al alcohol, esta dinámica de toma constante de bebidas alcohólicas tiende a
desembocar en una serie de lesiones a nivel neurológico.
Dichas lesiones se producen
en el cuerpo calloso, la protuberancia y el sistema límbico, lo que explica la
existencia de problemas de memoria y reacciones emocionales intensas. Asimismo
también disminuye la densidad de las conexiones de las dendritas de las
neuronas y el número de éstas en cerebelo e hipocampo, cosa que incide en la
capacidad de coordinación motora y aprendizaje.
Tipos de alcoholismo según
la clasificación de Jellinek
Existe un gran número de
causas y pautas de consumo del alcohol en personas dependientes.
En este sentido se han
establecido un gran número de clasificaciones, destacando la propuesta por
Jellinek. Este autor clasifica a los bebedores y a los alcohólicos en cinco
grupos distintos, con el fin de indicar los problemas sociales y terapéuticos
propios de cada grupo.
1. Bebedores tipo Alpha
Este tipo de bebedor realiza
un consumo exagerado y excesivo con el objetivo de mitigar los efectos de una
enfermedad mental o médica. En estos bebedores no hay una verdadera
dependencia, con lo que en realidad esta clasificación no entraría dentro del
concepto de alcoholismo.
2. Bebedores tipo Beta
En este tipo de bebedores no
existe tampoco una verdadera dependencia alcohólica. Se ven incluidos en esta
clasificación los bebedores sociales, que consumen excesivamente cosa que les puede
provocar una lesión somática.
3. Alcoholismo tipo Gamma
Este tipo de individuos
presentan una verdadera adicción, manifestando una clara pérdida de control
ante la bebida, craving o deseo desmesurado por acceder a ella, tolerancia al
alcohol y adaptación a sus metabolitos. Dentro de este grupo se encontrarían
los sujetos alcohólicos crónicos.
4. Alcoholismo tipo Delta
Los sujetos incluidos en
esta categoría presentan también una adicción al alcohol, presentando
incapacidad para mantener la abstinencia pero sin presentar una pérdida de
control ante la bebida. Dicho de otro modo, necesitan beber de forma asidua,
pero sin llegar a estar ebrio.
5. Alcoholismo tipo Epsilon
El llamado alcoholismo
periódico se da en los sujetos que presentan pérdida de control ante la bebida
y problemas conductuales, pero consumiendo de forma esporádica, pasando largos
periodos entre toma y toma.
Trastornos derivados del
alcoholismo
El consumo abusivo de
alcohol puede provocar problemas graves en la salud física y mental de los
consumidores.
Intoxicación alcohólica
Entre ellos destaca la
intoxicación etílica, es causada por la ingestión reciente de una cantidad
elevada de alcohol (o bien consumido con una velocidad excesiva) y se
caracteriza por la presencia de cambios psíquicos y conductuales como
agresividad, euforia, control muscular deficiente, enlentecimiento mental y
físico, farfulleo, alteraciones de memoria, percepción y atención. Puede ir de
la simple ebriedad al coma etílico y la muerte.
Síndrome de abstinencia
Otro de los trastornos
relativos al consumo de alcohol es el síndrome de abstinencia. Este síndrome,
que se da ante el cese o interrupción brusca en consumidores crónicos, suele
iniciarse con temblores entre las siete y cuarenta y ocho horas el último consumo.
Son frecuentes la ansiedad,
agitación, temblor, insomnio, náuseas y alucinaciones. Las alteraciones de este
síndrome dependen en gran medida del tiempo y cantidad de consumo frecuente,
pudiendo presentarse convulsiones y crisis epilépticas, alucinosis alcohólica o
incluso delirium tremens como una de las manifestaciones más graves de
abstinencia.
Amnesias inducidas por
alcohol
También son conocidos los
blackout, o amnesias parciales, que se pueden clasificar en amnesia dependiente
del estado (en que se olvidan acciones realizadas durante la ebriedad que solo
se recuerdan en estado de embriaguez), fragmentaria (amnesia de lo ocurrido
durante la embriaguez con algunos momentos intermedios preservados) o en bloque
(olvido total de lo ocurrido durante la borrachera).
Trastornos del sueño
Se producen también
dificultades de sueño, disminuyéndose el sueño REM e incrementándose las fases
2 y 3 del sueño no REM para producirse en la segunda mitad de la noche un
repunte del sueño REM que puede despertar al individuo.
Trastornos crónicos
Al margen de estos
trastornos de carácter agudo, también pueden presentarse trastornos crónicos
tales como el Síndrome de Wernicke-Korsakoff, alteraciones cognitivas (pérdida
de memoria, disminución de capacidad de juicio y planificación o deterioro de
la atención entre otras) o disfunciones sexuales, de personalidad (incluyendo
celos patológicos en las relaciones de pareja) y otros trastornos neurológicos
y hepáticos.
Tratamientos eficaces
establecidos
A nivel farmacológico, se
emplean distintos medicamentos para tratar la dependencia al alcohol. Destaca
el uso de disulfiram para producir una respuesta aversiva a tomar alcohol y la
naltrexona para frenar el craving o deseo de consumo.
Respecto al tratamiento
psicológico, a lo largo del tiempo se han creado múltiples programas y
tratamientos con el fin de combatir el alcoholismo. De entre ellos algunos de los
más eficaces en la actualidad son la aproximación al refuerzo comunitario, la
terapia cognitivo-conductual y la terapia familiar y de pareja.
1. Aproximación al refuerzo
comunitario o "Community Reinforcement Approach" (CRA)
Programa ideado teniendo en
cuenta la importancia de la familia y la sociedad a la hora de reforzar la
sobriedad del alcohólico. Se emplean en él técnicas motivacionales y refuerzo
positivo. El objetivo principal del programa es reducir el consumo y aumentar
el comportamiento funcional.
Se emplea disulfiram,
entrenamiento en habilidades de comunicación, entrenamiento en técnicas de
búsqueda de empleo, actividades lúdicas no compatibles con el alcohol y
entrenamiento en manejo de contingencias para resistir la presión social a
beber mediante sensibilización encubierta. Se trata del programa con el mayor
nivel de eficacia comprobado.
2. Terapia
cognitivo-conductual
Incluye entrenamiento en
habilidades sociales y afrontamiento y prevención de recaídas.
En el primer paso se
pretende producir un aumento de la capacidad de manejo de las situaciones que
desencadenan el deseo de beber, preparando para el cambio, enseñando
habilidades de afrontamiento y generalizándolas a la vida cotidiana.
Respecto a prevención de
recaídas, se incide en la posibilidad de que el sujeto vuelva a beber en una
ocasión (caída), diferenciándolo de la recaída (reinstauración del hábito) para
que no se dé un efecto de la violación de la abstinencia (creando disonancia
cognitiva y auto atribución personal de la adicción, cosa que a la larga
provoca una culpabilidad que facilita la recaída).
3. Terapia familiar y de
pareja
Componente esencial en los
programas de tratamiento. Por sí solo también resulta de una gran efectividad.
Al margen del propio problema, se focaliza en cómo éste afecta a la relación de
pareja y refuerza la comunicación, negociación y actividades que facilitan
mantener la relación de forma correcta.
En conclusión
A pesar de que el
alcoholismo es un problema crónico, en un gran número de casos el pronóstico
una vez normalizada la conducta es positivo: se ha observado que se ha logrado
en más de un 65% de los casos tratados mantener controlada la abstinencia.
Referencias bibliográficas:
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- Hunt, G.M. y Azrin, N.H. (1973). A community-reinforcement approach to alcoholism. Behaviour Research and Therapy,11, 91-104
- Jellinek, E.M. (1960). The disease concept of alcoholism. New Brunswick: Hillhouse Press
- Kopelman, M.D. (1991). Non-verbal, short-term forgeting in the alcoholic Korsakoff syndrome and Alzheimer-type dementia. Neuropsychologia, 29, 737-747.
- Marlatt, G.A. (1993). La prevención de recaídas en las conductas adictivas: un enfoque de tratamiento cognitivo-conductual. En Gossop, M., Casas, M. (eds.), Recaída y prevención de recaídas. Barcelona: Ed.Neurociencias.
- Santos, J.L; García, L.I.; Calderón, M.A.; Sanz, L.J.; de los Ríos, P.; Izquierdo, S.; Román, P.; Hernangómez, L.; Navas, E.; Ladrón, A y Álvarez-Cienfuegos, L. (2012). Psicología Clínica. Manual CEDE de Preparación PIR, 02. CEDE. Madrid.
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