El
síndrome de Cotard, o más conocido como síndrome del cadáver
caminante, es un trastorno mental, con una extraña particularidad, la de
creerse estar muerto. Fue Jules
Cotard, (1840-1189), neurólogo francés, quien describió por primera
este extraño trastorno al que llamo “Delirio de negación”, para posteriormente
adquirir su apellido y denominarse “Sindrome de Cotard”.
Las personas que padecen
este síndrome, presentan una serie de delirios nihilistas (cuestionan su
existencia), como aquellos que niegan la existencia de un órgano interno, o de
falta de fluido sanguíneo. En los casos más graves, se han documentado casos en
los que la persona niega su propia existencia.
Manifestaciones como: “Mi
corazón ha dejado de funcionar, no tengo corazón o siento como mi hígado se
enferma, creencias de que no existe su cuerpo, que se está descomponiendo o de
que incluso ya han fallecido”, pueden darnos una idea de la gravedad del
trastorno. A su vez en los estados más graves de este trastorno, los delirios
de inexistencia, pueden poner en peligro sus vidas o hacer que se ejecuten
automutilaciones.
En la actualidad, se cree
que varias pueden ser las causas del trastorno. Por un lado las investigaciones
parecen ir encaminadas a la existencia de una anomalía neurobiológica que
produce una desconexión entre varias áreas del cerebro. Esta anomalía hará que
los pacientes experimenten una experiencia anormal y una falta de percepción de
su propio cuerpo o identidad. Por otro, se cree que en estas personas, se
produce un fallo en el sistema de evaluación de creencias, lo que les puede
llevar a una situación extrema de creerse muertas.
La evolución de la
enfermedad, pasa desde la aparición de síntomas relacionados con la hipocondría
y depresión, la evolución hacia un
desarrollo de los delirios nihilistas y por último, la presencia de delirios más
persistentes , llevando al sujeto hacia una depresión crónica.
Respecto al tratamiento, la
terapia electroconvulsiva parece ser la que en la actualidad obtiene mejores
resultados, por el contrario el
farmacológico, no parece mostrar una eficacia contrastada, a excepción
del suministro de antidepresivos, estabilizadores de ánimo y antipsicóticos.
Fuente: el post completo y original lo puedes consultar en elcajondekrusty
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