Quédate con lo que te guste de cada persona, el kit completo es difícil


Las personas nos enfrentamos a multitud de contradicciones. Es difícil que estas estén relacionadas solo y exclusivamente con nuestra identidad a secas, a solas. Incluso aislándonos o intentando hacerlo en un lugar remoto de la tierra para olvidarnos de todo y de todos, nosotros mismos ya somos parte de todo lo vivido con ello y ellos.
En un solo día podemos vivir una auténtica montaña rusa de emociones en nuestra relación con los demás. Nos puede parecer todo sumamente ridículo, absurdo e incoherente o increíblemente estimulante, algo que tiene sus implicaciones cognitivas y emocionales.

Tomando en cuenta lo anterior, tomaremos en cuenta una célebre frase de Sigmund Freud planteó una vez: “la neurosis es la incapacidad para soportar la ambigüedad”. De esta observación se deriva que la realidad se torna difícil con demasiados elementos contradictorios, pero de aceptarlos y tolerarlos depende nuestra salud psicológica. Vamos a analizar cómo hacerle frente.
La ambigüedad constante en nuestra relación con las personas
Un día cualquiera te levantas y empiezas a hablar con una vieja compañera del colegio. Estás contenta por poder volver a hablar con ella, todo parece fluir a la perfección. Al menos lo parece, porque de repente vierte una opinión inesperada acerca del tema de los refugiados.

Quieres alejarte del instante, de ese comentario desafortunado a tu modo de ver, deseas seguir viéndola de la misma forma. Pero ese comentario te ha perturbado y ya solo puedes darle vueltas a lo ocurrido.

¿Sabes cómo la angustia cambia tu vida?

Por otra parte, has conocido a un chico. Es ideológicamente lo más parecido a ti que existe. Compartís los mismos valores, pero en las distancias cortas la relación está lejos de fluir. Los silencios se entrecortan, las miradas se alargan en un frío malestar y los tiempos se hacen demasiado largos.

Parecía mucho más interesante la relación en el plano intelectual y virtual. Los valores planteados “a priori” no suplantan la carencia de sus buenos modales. La misma firmeza y convicción que a lo lejos te resultaba excitante, solo ha dejado paso a la brusquedad del desencanto. Has sido víctima del dictamen de las expectativas.
Las expectativas: el preludio de nuestras decepciones
Estamos sumergidos en una contradicción constante entre lo que pensamos de los demás, esperamos que pase y lo que finalmente sucede con las personas. Creamos continuamente expectativas que se derrumban una y otra vez sin la oportunidad de no desmoronarnos.

Parece que ante tanta ambigüedad la neurosis es una salida irremediable, qué hacer sino pensar cuando nada encaja. La cuestión siguiente es: ¿por qué debe de encajar? ¿Hasta qué punto flexibilizar nuestras posiciones de partida respecto a los demás nos puede llevar a la felicidad? ¿Es la relatividad moral el comienzo de la falta de principios o por el contrario es el primer paso para hacerlo todo más agradable?

Preguntas y más preguntas para conseguir que la complejidad mental se traduzca en un comportamiento más simple. Sustituir nuestra frustración cognitiva por un verdadero compromiso cívico, activismo social o cooperación ciudadana. No puedes arreglar el mundo, pero a veces ayudar a alguien en apuros en quedarte con un pedacito de lo mejor de él. Es adquirir el kit completo.


El origen de nuestra neurosis respecto los cambios y las diferencias personales
Que no estemos preparados para aceptar la diversidad viene de una educación basada en el miedo, en la censura, en la imposición de reglas constantes para evitar el caos social. Maximizamos los recursos de la educación para evitar catástrofes, no para crear paraísos en los que lo normal sea vivir con tranquilidad y en los que haya posibilidad de refugiarse si es que es verdad que una catástrofe ha ocurrido.


De ahí que evitemos y censuremos lo que no nos encaja de los demás. Así parecemos protegernos y definirnos pero realmente solo logramos quedar aislados, deprimidos y frustrados. Terminamos por ser unos amargados y amargar la vida de los demás. A veces nuestros grandes principios se traducen en un comportamiento diario que deja mucho que desear.

Queremos el kit-completo, pero aceptar a los demás a veces es lo que nos da paz
Queremos el kit completo y perfecto de una persona pero en la realidad nos damos cuenta de que cuando lo tenemos, no arregla nuestras “averías”. Dejar un espacio a algo que no nos encaje es excitante, enriquecedor y la esencia de que este mundo sea mundo: la diversidad, en el sentido más extenso de la palabra.
Aceptar la diversidad no quiere decir dejar de ser lo que somos y caminar hacia dónde queremos. Para salir de la neurosis es conveniente que nos replanteamos una serie de cuestiones:
  • Creer en unos principios no puede traducirse en un trato sucio a los demás. Que discrepemos en numerosas cuestiones con una persona no puede convertirnos en seres capaces de mantener unas reglas de educación básicas. Si percibimos ofensa o desprecio, no tenemos por qué actuar del mismo modo. Marcar distancia no solo es cordialidad en estos casos, es sabiduría.
  • Cada vez que dejas que el malestar te inunde por comentarios que no son de tu agrado, estás quitándole espacio a todo lo que te apasiona y para las personas que en ese momento preciso de tu vida sí te aportan bienestar.
  • Explora caminos nuevos caminos de entendimiento con las personas que mantengas discrepancias asumibles. Nadie abre nuevos caminos andando por los ya trazados o cargado de los mismos “trastos pesados” que otras veces.
Como última reflexión cabría plantearse si es conveniente que hagamos una escala aproximada en la que incluyamos lo que no toleramos en absoluto y también aquello con lo que tenemos un pequeño espacio de duda. Si alguien que maltrata un animal no entra en el mismo cajón de sastre que alguien que un día te habló mal, entonces es mejor asumir que existe una diferencia entre lo insoportable y lo molesto. Frente a lo primero la intransigencia nos puede ayudar, frente a lo segundo no.


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