Los primos son el regalo mas bonito que tanto la madre
como la tía de un niño pueden ofrecer. Pues, sin saberlo ni imaginarlo, los
adultos obsequian al menor con los mejores amigos de la infancia. Con ellos,
compartirán los momentos más gratos e inolvidables.
Asimismo, los primos son aquellos seres que tienden a
marcar a fuego la niñez e incluso la vida entera de toda persona. De hecho, son
los verdaderos encargados de guiar los pasos de cada pequeño. De ese modo, a
través del juego y las aventuras se transmiten muchos conocimientos y
aprendizajes.
Nada como las aventuras entre primos
No hay nada equiparable a una linda y memorable infancia
compartida junto a los primos. Es que junto a esos pares los pequeños tienden a
vivir las más facinantes e inolvidables aventuras. La vida comienza a ser vista
como una travesura constante.
Pues estos seres que el destino pone en nuestro camino no
hacen más que compartir juegos y juguetes. Compañeros de diversión,
compinches en cada descubrimiento o
experimento de ese mundo que tanta curiosidad despierta. Eso son los primos,
hermanos de nuestra capacidad de asombro y frescura.
Es en la niñez donde los más chicos comienzan a forjar
una de las más tiernas relaciones, un vínculo sagrado signado por una amistad
inigualable. De esta manera, los pequeños crecen de la mano de sus primos,
aprendiendo a la par.
Más que primos, ¡amigos!
Los primos no son solo eso. Esta relación trasciende la
mera ligadura parental. Amigos de sangre, hermanos de la vida. Pues con esos
niños tan cercanos emocionalmente y allegados a nivel familiar se sella un
vínculo estrecho que de ningún otro modo se puede experimentar.
No es para menos teniendo en cuenta el nivel de confianza
que existe entre ellos. La complicidad llega a niveles tan altos entre estos
eternos e inmaculados compañeros que no existen los secretos entre ellos.
Conocen todo y se entienden con tan solo una mirada.
Son la mejor oreja de ese ser que deposita en ellos sus
misterios más ocultos e inconfesables. Incluso, se convierten con el correr de
los años en el único hombro sobre el cual llorar cada caída. El mejor consejo
ante la indecisión, la más bonita sonrisa mata problemas del mundo.
No importa qué tan mala sea la circunstancia a atravesar,
los primos siempre estarán allí, predispuestos a remontar la situación que sea.
Sin dudas, una de las características que los define es precisamente su
incondicionalidad y profundo amor eterno.
Esos pequeños maestros de la vida
Los primos son esos pequeños seres que se constituyen sin
más en maestros de la vida en miniatura. Se transforman en un modelo a seguir,
en nuestro ejemplo. Cuando seamos más grandes queremos ser como ellos, nos
apasiona lo que hacen y admiramos profundamente todo lo que emprenden.
Asimismo, son ellos quienes sin siquiera darse cuenta de
ello, nos marcan un camino. ¿Cómo lo hacen? Enseñándonos sobre la vida,
educándonos, transmitiendo valores adquiridos al interior de su familia. Sin
embargo, estas enseñanzas son recíprocas.
Pues así como unos enseñan, los otros suelen aprender.
Por esto mismo, ellos suelen mirar con esos mismos ojos colmados de admiración.
Ponderando los conocimientos, capacidades y virtudes que sus primos presentan,
son testigos del desarrollo humano.
De esta manera transcurre la infancia de aquellos que
tienen la inmensa fortuna de crecer a la par de un primo. Una niñez sin dudas
feliz, atestiguando el crecimiento del ser que más aman y juran proteger a lo
largo de su vida.
Sin dudas, quien tiene la suerte de poseer y disfrutar de
esta grata compañía es rico y está destinado a contar con la amistad más noble
y verdadera sobre la tierra. ¿Quién dijo que se necesitaba más que ello para
ser millonarios de luz durante la más tierna infancia?
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