El amor es uno de los factores ambientales más poderosos
a la hora de desarrollarnos, crecer y mantenernos saludables. Por esta razón,
educar a los niños desde el afecto constituye el pilar fundamental de
crecimiento desde la más tierna infancia.
Asumiendo esta responsabilidad educativa les ofreceremos
a nuestros niños la posibilidad de controlar su química y su desarrollo
cerebral; es decir, estaremos disponiéndolos a controlar su biología a través
de la influencia de sus capacidades emocionales.
Por lo tanto, tenemos en nuestra mano la posibilidad de
potenciar su bienestar psicológico y físico para el resto de su vida. Basta con
ofrecerles nuestro cariño y con que ellos lo perciban para que en su cerebro
florezcan las conexiones más maravillosas.
Amar a los niños los protegerá toda la vida
Un estudio llevado a cabo en la Facultad de medicina de
la Universidad de Washington arrojó evidencias sobre la importancia del amor,
la atención y el afecto en el desarrollo cerebral en los niños.
De acuerdo con la revista Proceedings, la cual publicó
estos hallazgos originariamente, los especialistas realizaron el estudio
agrupando a aquellos padres que acudían solícitos al reclamo de sus bebés por
un lado y a los que solían ignorar estas situaciones por otro.
Años después, los investigadores pudieron ver a través de
las imágenes obtenidas por la resonancia magnética que aquellos niños que
habían sido tratados cariñosamente tenían hipocampos más desarrollados en
relación a los que no habían sido tratados con tanto amor.
Cabe señalar que tener hipocampos pequeños constituye un
mayor riesgo de problemas como la depresión, el estrés o demencias como el
Alzheimer. Por lo tanto, podemos hacernos a la idea de la ventaja que supone
para un niño crecer en un entorno amoroso.
Una sonrisa como paraguas para la vida
Para comprender esto debemos saber que lo que entendemos
por emociones es la traducción que realizamos de los cambios bioquímicos que se
producen en nuestro cerebro junto a los comportamientos psicofisiológicos que
generan en nuestro cuerpo.
En este sentido debemos saber que la serotonina es una de
las sustancias químicas responsables de que se produzcan nuestras reacciones
emocionales. Se sabe que desempeña un gran papel en el equilibrio de nuestro
estado de ánimo así como a la hora de enfrentar situaciones de estrés.
Como consecuencia obtendremos una mejor capacidad de
gestión de situaciones conflictivas, una reducción de la impulsividad y de la
agresividad e incluso la correcta regulación de la temperatura corporal, la
presión sanguínea, la digestión y el sueño.
Sabiendo esto estamos en disposición de comprender por
qué una simple sonrisa puede servirle a un niño de paraguas. Los especialistas
señalan que cuando uno sonríe, disminuye la temperatura de la corteza cerebral
por la contracción de los vasos sanguíneos que rodean los músculos faciales y,
como consecuencia, se produce más serotonina.
Claves para educar desde el amor a nuestros niños
Ya ha quedado patente que tratando con amor a nuestros
niños contribuiremos no solo a su correcto desarrollo emocional, sino también
al físico, social y cognitivo.
Teniendo esto en cuenta debemos priorizar ciertos apoyos,
ayudas o actitudes que favorezcan que nuestros niños se sientan queridos y
merecedores de amor. Veamos algunas claves.
1. Un niño nunca debe sentir que el amor que se le tiene
depende de sus acciones
Los niños deben saber que el amor no es condicional. Es
decir, debemos evitar mensajes del tipo “si haces eso te voy a dejar de querer
pero si no lo haces te querré más”.
Dado que los errores siempre constituirán parte de su
vida, un niño no puede crecer pensando que eso lo hará más o menos valioso. En
definitiva, los pequeños deben sentir que se les quiere por quienes son y no
por lo que hacen.
2. Ayudarles a adaptarse mejor
Si les ayudamos a comprender que el mundo no es un cuento
de Disney estarán en disposición de entender y afrontar la realidad del entorno
en el que viven, un lugar en el que prevalecen el estrés y la inquietud de la
misma manera que el cariño y el amor.
De este modo evitaremos que crezcan ingenuos
desconociendo todo aquello con lo que se van a encontrar según vayan creciendo.
Hacerles conscientes de que el estrés y los problemas existen (siempre acorde a
su nivel de entendimiento), les ayudará a desarrollar caminos neurales que les
permitan adaptarse mejor al mundo.
3. Ayudarles a mantener el control sobre sus emociones
Como todo tipo de educación, la emocional requiere que se
predique con el ejemplo. Por eso debemos enseñarles a nuestros niños que no hay
emoción ni sentimiento inválido. Los celos, la envidia y el enfado son normales
y naturales, solo hay que gestionarlos de manera que no interfieran y que no se
desborden.
4. Hablarles de sus emociones
Como hemos comentado en otras ocasiones, las palabras
solo dan cuenta de un 10% del verdadero significado que obtenemos a través de
la comunicación emocional. Por eso debemos ayudarles a comprender cómo se
manifiestan sus emociones en su tono de voz, en su lenguaje corporal, en su
postura y en sus expresiones faciales.
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