Nos ahorraríamos muchos problemas si desarrolláramos
desde niños algunas capacidades. Una de ellas, sin duda fundamental, es la
resiliencia. Fomentar la resiliencia es posible desde la infancia. No es
necesario que pasen más años para que el pequeño adquiera esta valiosa actitud.
Recordemos que la resiliencia es esa capacidad que le
permite al ser humano mantenerse a flote frente a las adversidades, superarlas
y fortalecerse a partir de ellas. Los problemas de los niños son, por supuesto,
de una dimensión diferente a la de los adultos. Pero esto no quiere decir que
no se pueda fomentar la resiliencia.
“Los hombres se
hacen más fuertes al darse cuenta de que la mano ayudante que necesitan esta al
final de su propio brazo”.
-Sidney J.
Phillips-
Enseguida te presentamos una serie de estrategias que te
ayudarán a fomentar la resiliencia en los niños. Se trata de acciones simples y
hasta obvias, que sin embargo muchas veces van al saco del olvido. No dejes que
esto pase, seguro que un niño te agradecerá toda la vida que le ayudes a ser
más resiliente.
Que aprenda a hacer amigos
Para fomentar la resiliencia es necesario que le enseñes
a hacer amigos. El aislamiento es un factor que promueve la inseguridad y el
miedo. Un niño aislado es un niño al que prestar atención. Piensa que no todos
los niños cuentan con una gran habilidad para manejarse socialmente, así es
bueno que les echemos una mano en esta tarea.
¿Cómo enseñarle a hacer amigos? Con cuidado, no contar
con amigos puede ser un tema muy sensible para un niño. Por lo tanto nunca es
una buena idea señalarle como el culpable de esa situación. Si lo hacemos es
probable que adopte alguna de estas dos actitudes: encerrarse en sí mismo para
protegerse o realizar intentos desesperados y a veces incluso peligrosos para
que alguien lo acepte.
Por otro lado un niño que no tiene amigos normalmente es
un niño inseguro. Por lo tanto nosotros como adultos tenemos que reforzar esa
seguridad diciéndole todo lo que hace bien en contextos sociales. También
podemos corregirle, pero centrándonos siempre en comportamientos concretos y
solo delante de personas en las que el niño confíe.
Que aprenda a ayudar a los demás para fomentar
La solidaridad y la cooperación son fundamentales para el
desarrollo emocional. Si el niño aprende a ayudar a los demás, se sentirá más
útil y valioso. También fortalecerá su capacidad para establecer empatía. Esto
en el futuro será uno de los pilares de su fortaleza psicológica.
Piensa que la mejor manera de fomentar la ayuda a los
demás es con tu ejemplo. Primero ayudándolo a él y de paso promoviendo esa
actitud en la familia. El juego también es una vía ideal para que compruebe por
sí mismo los beneficios de trabajar en equipo.
Que establezca y mantenga una rutina
Establecer una rutina es fundamental para los niños,
especialmente para los más pequeños. Les da una sensación de seguridad y de
estabilidad. Disminuye sus temores y sus ansiedades porque saben lo que va a
ocurrir a continuación. Además, la rutina le permite al niño evaluar si está
viviendo “correctamente” o no.
En principio, deben existir horarios para acostarse y
levantarse. También los horarios de la comida deben estar muy definidos. Lo
mismo debe ocurrir con los tiempos de escuela, de tareas e incluso de
descansos. Estos horarios solo deben ser alterados si hay razones de fuerza
mayor.
Que aprenda a cuidarse
Si lo que pretendemos es fomentar la resiliencia, el niño
tiene que aprender a ser responsable con una motivación en el horizonte: su
propio bienestar. Esto no quiere decir que deba cuidarse solo. Más bien que
debe pensar en su bienestar físico y emocional cuando esté solo y no tenga el
amparo de los padres o adultos de la familia.
Es importante que cuando le des la comida, le indiques
por qué es saludable para él. Y la importancia que esto tiene. También es bueno
que inculques la importancia del deporte, de la risa, de la higiene y la buena
presentación personal. Él aprenderá el autocuidado con la práctica, en todo
caso.
Que aprenda a descansar
El descanso es tan importante como el trabajo. Para
realizar las actividades de forma adecuada es bueno que el cuerpo esté
descansado y la mente despejada. Por ejemplo, de nada sirve estudiar mucho si
no dejamos que nuestra mente asimile y procese todo ese conocimiento con el que
trabajamos.
Como hemos dicho en los puntos anteriores, es bueno que
des ejemplo y tú también respetes el tiempo de descanso. Por otro lado,
descansar no significa necesariamente estar sin hacer nada, simplemente en
muchos casos podemos lograr sus beneficios realizando actividades que no
requieran un gran nivel de atención.
Que aprenda a establecer metas
Este es un elemento trascendental. Es bueno que le niño
aprenda a fijarse metas razonables en función de sus capacidades y recursos. El
hecho de que aprenda a marcarse metas que van a demandarle un esfuerzo, pero
que a mismo tiempo puede lograr, va a ser un refuerzo enorme para su
autoestima. Ya sea en la infancia o durante toda la vida.
Por otro lado, más que metas de logro, el niño necesita
en esta etapa metas de cumplimiento. Esto quiere decir que, por ejemplo, en
lugar de pedirle que alcance determinada calificación en la escuela, más bien
la meta debe ser que aprenda unas buenas técnicas de estudio y que las ponga en
práctica un rato todos los días. Celebra que lo haya hecho. Hazle ver que esto
es en sí mismo un gran logro.
Que aprenda a ver las dificultades como un reto
Hay muchos pequeños eventos cotidianos que el niño ve
como grandes dificultades. Recuerda que son seres frágiles e inmaduros. Para
ellos, no poder alcanzar tarro que está sobre un estante puede ser fuente de
gran frustración.
Es ahí donde es bueno que entres y conviertas ese “gran
problema” en algo relajado, que se puede resolver. Muéstrale con tu actitud que
la angustia está de más. Cuando sea un poco más mayor, evalúa con él,
animadamente, cómo se puede resolver la situación.
Si aplicas estos sencillos consejos contribuirás a que el
niño sea más resiliente. Es uno de esos regalos que, si se dan en la infancia,
evitan muchos problemas en esa etapa y en etapas futuras. Fomentar la
resiliencia, por tanto, es uno de los grandes retos de la crianza.
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