El amor se da, no se exige

Nada más descabellado que exigir amor de otra persona. El amor es el más perfecto sentimiento, es la energía creadora que nos sostiene, que nos mantiene unidos, que nos mantiene vivos, pero jamás podemos exigirlo, solo está a nuestro alcance darlo y sin hacerlo con la intención de que retorne a nosotros, sencillamente esperar lo mejor.
Cuando amamos, estamos ofreciendo lo mejor de nosotros, estamos abriendo un espacio en nuestro corazón especialmente para esa persona, estamos invirtiendo nuestros pensamientos, imaginando, proyectando, recordando, buscamos la manera de resultar especiales para quien tiene el privilegio de ser amado por nosotros, invertimos nuestras esperanzas e ilusiones, nos creamos fantasías, damos nuestro tiempo, a sabiendas de que jamás lo recuperaremos.

Pero aun dando de nuestra vida todo, eso bajo ninguna circunstancia será considerado un vale para exigir amor. Sí, puede parecer cruel, que amando tanto no tengamos garantías, pero es así. Se ama, cuando se ama, ni antes, ni después, se ama porque nace, porque se nutre ese sentimiento, porque se siente, no porque se exige.
Incluso podemos decir que hay muchas maneras de amar, y aun cuando nos amen, ese amor no resulte como lo buscamos, pero solo podemos decidir recibirlo o no, sin poder cambiar la forma de amar del otro.


Aprendamos a respetar los sentimientos de los demás, así como esperamos que respeten los nuestros, o vamos a decir que nos gustaría que aquella persona que nos ama, pero que sencillamente no nos vemos compartiendo con ella nuestra vida, no nos gusta o no consideramos compatible, tuviese la potestad de exigirnos amor? Rotundo no.

Las oportunidades de amar y ser amados, de que existan sentimientos en equilibrio, se dan cuando ambas partes tienen el mismo proyecto y las mismas intenciones, de resto debemos aprender a vivir sabiendo que alguien se muere de amor por nosotros sin ser correspondido y que quizás, aunque nos haga sufrir, tenemos un amor que no podemos demostrar porque no nos lo permiten, que solo podemos sentirlo para nosotros, por frustrante que resulte.

Independientemente amar siempre es ganancia para quien lo hace, quien lo sabe o quiera recibir, será bendecido, pero no podemos obligar a nadie a que acepte nuestras demostraciones de amor, nuestras atenciones, nuestro tiempo y menos podemos obligar o exigirle a alguien que nos ame. Amémonos lo suficiente como para establecer límites, basados no en orgullo, sino en dignidad.

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