“Un famoso educador recibió
la visita de un poeta que era partidario de dejar a los niños en total libertad
para que crecieran siguiendo su propia naturaleza. El educador no rebatió sus
argumentos, simplemente le invitó a salir al jardín. Una vez allí, al poeta le
sorprendió mucho no encontrar ninguna flor, todo estaba cubierto de malas
hierbas.
- Antes estaba lleno de
rosas – dijo el educador - pero un día decidí dejar el jardín en total libertad
y este es el resultado.”
En muchas ocasiones los
padres confunden los límites con la represión, creen que las normas son una
terrible coacción de la libertad. Sin embargo, se puede disciplinar con amor,
los límites prudentes y razonables ayudan a los niños a crecer con mayor seguridad
pues saben lo qué se espera exactamente de ellos. Por eso, es importante
aprender a decir “no” a los niños, aunque en un principio a los padres les resulte
difícil y hasta doloroso.
¿Cuándo decir “no” a
los niños?
El “no” crece junto con el
bebé. Durante el primer año de vida las necesidades y los deseos del pequeño
coinciden, por lo que los padres deben apresurarse a satisfacerlas ya que de
esta manera se van sentando las bases para la formación de un apego seguro.
Cuando el bebé recibe atención y afecto y sus necesidades están cubiertas, se
siente confiado y seguro.
Sin embargo, poco a poco los
deseos de los pequeños crecen y comienzan a distanciarse de sus necesidades,
por lo que en ocasiones es necesario ponerles coto. Por eso, entre los 9 y 14 meses
debe aparecer el “no” de baja energía.
A partir de los 14 o 18
meses, cuando el pequeño comienza a reclamar más independencia pero aún no es
autónomo y se frustra con enorme facilidad si no satisfacen sus demandas, debe
aparecer el “no” de alta energía; es decir, una negativa categórica y firme.
Es importante tener en
cuenta que una educación demasiado permisiva puede torcer la autodisciplina de
un niño. Los padres que son incapaces de decir “no” suelen tener graves
problemas a mitad del camino, cuando ese niño se convierte en un adolescente o
un joven rebelde.
Por eso, existen
determinadas situaciones en las que el "no" es imprescindible:
-
Cuando se comportan de manera violenta, ya sea con otros niños,
adultos o animales. Al pequeño debe quedarle claro que la violencia nunca puede
ser la solución a los problemas y no es un comportamiento consentido.
-
Cuando pueden estar en peligro. Es importante que los
niños descubran su entorno con relativa libertad y que cometan sus propios
errores, pero no deben exponerse a riesgos innecesarios. La tarea de los padres
es potenciar la independencia, a la par de la seguridad
-
Cuando han traspasado los límites y lo que han hecho es inaceptable. Es
importante que los niños aprendan desde pequeños que existen ciertas normas que
deben cumplir y que algunas conductas no son aceptables porque vulneran los
derechos de los demás. Deben aprender que su libertad termina donde comienza la
de los otros.
¿Por qué es tan
importante decir “no”?
“No” es una palabra que
tiene un poder enorme. Los niños la oirán mucho en boca de los padres y los
padres también la escucharán en boca de sus hijos. Ambos tienen que
acostumbrarse porque esta palabra ayuda a marcar límites e indica que no
estamos dispuestos a llegar más allá, por lo que en ciertos casos también es
una manera para enseñarle al pequeño a hacer valer sus derechos y a que los
demás respeten su identidad.
Por otra parte, el “no”
contribuye a que los niños vayan aprendiendo a retrasar la gratificación, una
lección importantísima para la vida ya que potenciará la tolerancia a la
frustración. De esta manera, cuando crezca, aprenderá a tomar decisiones
reflexionadas, no actuará por impulso y sabrá retrasar las gratificaciones.
Decirse “no” a sí mismos es una señal de autocontrol.
Sí al “no”, pero con
mesura
El “no” contribuye a formar
a una persona independiente, responsable y segura de sí pero los padres tienen
que asegurarse de que no se les va la mano. Demasiadas negativas pueden
terminar provocando un efecto contraproducente, de forma que el niño puede sentir
una gran frustración y desarrollar un comportamiento rebelde. El “no” repetido
una y mil veces hará que el pequeño piense que el mundo es un sitio negativo y
hará que desarrolle una actitud pesimista.
Por eso, también es
importante que los padres apliquen estrategias creativas al “no”. De hecho,
decir “no” con frecuencia hará que esta palabra pierda su fuerza y dejará de
ser eficaz. Por ejemplo, es importante que le expliques por qué no debe
comportarse de cierta forma. También es conveniente darle otras opciones, para
no generar una frustración innecesaria. Por ejemplo, en vez de limitarse a
decirle que no puede salir al parque a jugar, puedes darle otras alternativas
que puedan entretenerle.
Es fundamental que los
padres encuentren un balance entre el “sí” y el “no”. Cuando existe ese
equilibrio el “no”dicho en el momento apropiado, con firmeza y amor, no
generará en el pequeño más que un disgusto pasajero con el que podrá lidiar
perfectamente.
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Excelente articulo ,ayuda con grandes ejemplos a padres para manejar sus no a tiempo.Felicitaciones son muy buenos siempre !!!!
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