Definitivamente hay personas
que tienen ese don particular de irradiar luz, de calmar a través de su sola
presencia cualquier momento turbulento. Por lo general son las personas
positivas las que tienen este efecto, las
que pareciesen saber algo de la vida que la mayoría desconoce,
quienes tienen una confianza orientada a la solución de los problemas que hace
como si estos no quisiesen estar cerca, los espantan.
Este tipo de personas las
puedes reconocer por una sonrisa que no solo se forma en sus labios, sino que
es transmitida por su mirada, son especialistas en ver soluciones, en encontrar
el sentido, en mostrar rutas y en sustituir lágrimas por risas.
La mayoría de los casos no
asocia este tipo de perfil a personas que jamás han pasado momentos difíciles,
por el contrario, vemos con frecuencia un patrón que muestra que quienes poseen
esa capacidad de ver a luz en la total oscuridad, son quienes han tenido que
transitar arduas experiencias y han salido del otro lado enteros y ahora, con
mayor conocimiento, con un esquema de prioridades diferentes, son capaces de
mirar a los problemas a la cara y decirles: no te tengo miedo.
Y eso pareciesen hacerlo no
solo con los problemas propios, sino con lo de las personas que le rodean. Por
eso sentimos ante la presencia de este tipo de personas esa confianza en que
todo estará bien y podemos sencillamente olvidar aquello que de una manera u
otra nos está afectando.
No considero que sea
necesario atravesar calamidades para tener una postura positiva y confiada ante
la vida, podemos ser valientes ante lo pequeño y ante lo grande, podemos
decidir cómo afrontar las adversidades y ver qué beneficio podemos sacar de
cualquier situación.
Si aprendemos a ver el lado
amable de las cosas, en lugar de ver la fatalidad, poco a poco nos vamos convirtiendo en seres que
irradian esa energía que colma ambientes y corazones de buena vibra,
que calman los mares revueltos, que confían en ellos y en la vida, en el
universo y de a poco vamos adoptando una versión un poco más cercana a lo que
realmente debería representar el vivir.
Agradezcamos si contamos con
esas personas especiales, que a través de unos hilos invisibles nos levantan de
nuestros baches, que nos fortalecen, que nos llenan de ánimo y fácilmente
podemos considerarlos nuestros cargadores personales. Aprendamos a través de
ellos a ver el lado más amable de la vida y atesoremos cada una de las
lecciones que podamos aprender a través de toda persona que brille a nuestro
alrededor.
Fuente: el post completo y original lo puedes consultar en rincondeltibet
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