Somos especialistas en
torturarnos la vida, cuando tenemos algo o bien no nos satisface, o no lo
queremos, o nos satura, o queremos algo diferente, cuando tomamos la decisión
de apartarlo, o bien nos vemos involuntariamente obligados a apartarnos,
podemos quedarnos enganchados a niveles altamente desgastantes.
Y con qué capacidad contamos
para apegarnos a algo que ya no podemos tener, que hemos perdido, nos
convertimos en masoquistas sin tregua, podemos sentir culpa, más de la que
justamente podemos atribuirnos, podemos liberar a la otra parte de
responsabilidad alguna, podemos idealizar hasta lo que nos disgustaba, llegando
incluso a extrañarlo, nos quedamos tan enganchamos que nos volvemos incapaces
de avanzar.
El mundo sigue girando y
nosotros nos hemos detenido, vamos para los lados solo para encontrar el
detalle que detonará nuestra nostalgia, buscamos maneras de comparar y siempre
encontramos reafirmarnos que nuestra vida era como la queríamos y no supimos
valorarla y peor aún que no seremos capaces de encontrarnos en una situación
igual o mejor por lo que nos quede de vida.
Todas estas limitaciones nos
impiden cerrar los ciclos, estos son ejemplos, pero hay muchas maneras de
sabotear el cierre de un capítulo. Y si nos quedamos con esas ideas rondando en
nuestras mentes, el universo, que es feliz complaciéndonos se encargará de
darnos la razón y muy probablemente vivamos en ese estado de inconformidad y
frustración por un muy largo periodo de tiempo.
Debemos entender que si algo
no era lo que queríamos en un momento dado, los resultados no pudieron haber
sido diferentes, la experiencia se gana a pulso y por fortuna o por desgracia
no contamos con los mismos recursos en todos los momentos de nuestras vidas,
pero esto no tiene que ser el fin, debemos levantar la mirada y observar las
infinitas posibilidades que se abren ante nuestros ojos con la simple intención
de querer verlas.
Podemos lamentar aquello que
perdimos, pero no podemos hacer de ese lamento algo eterno, todo cambia, nadie
garantiza un resultado feliz de haber sido otros los acontecimientos. Todo lo
que nos ocurre debe generarnos crecimiento, crecimiento útil para futuras
ocasiones, no para lamentarnos una y otra vez, o querer retroceder el tiempo
para hacer las cosas de una manera diferente.
Cuanto más rápido entendamos
que debemos dejar fluir las cosas y no dejarlas represadas en nuestro interior,
más pronto estaremos preparados para poner en práctica todo lo aprendido y
seguramente ganar muchas más experiencias que de a poco nos llevarán a estar
donde queremos.
Fuente: el post completo y original lo puedes encontrar en rincondeltibet
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