Una característica innata de los humanos es,
lamentablemente, dañar a las personas. Y no siempre es fácil ofrecer una
disculpa sincera cuando hemos ofendido o herido a alguien.
Necesitamos recursos internos muy fuertes y un corazón
abierto cuando nos damos cuenta que hemos herido la sensibilidad de alguien. Se
necesita mucho valor para reducir el tamaño de nuestro ego y aceptar nuestras
limitaciones humanas con humildad.
Lastimosamente, la vergüenza que llevamos a menudo nos
impide tener una relación de amistad con nuestros defectos. Creemos que tenemos
que ser perfectos para ser aceptados y amados. Culpamos a los demás o nos
excusamos en lugar de decir con humildad, “Lo siento, estaba equivocado”.
No hay nada vergonzoso en admitir que nos hemos equivocado.
No reconocer nuestros defectos es un signo de debilidad, no de fuerza.
IMAGEN: PEXELS |
Arreglar
un conflicto
Por ejemplo, digamos que nos tenemos que quedar hasta tarde
en el trabajo y no podremos volver a casa a la hora de siempre. Y nos hemos
olvidado de llamar a nuestra pareja para avisarle a pesar que muchas veces
hemos prometido hacerlo. Al llegar nuestra pareja, muy molesta, nos pregunta:
“¿Dónde estabas? ¿Por qué no llamaste?”, a los que nosotros contestamos; “Lo
siento, sé que estas molesta, pero a ti también te ha pasado muchas veces”. Esa
respuesta a la defensiva indica que no estamos entendiendo los sentimientos de
nuestra pareja. Atacamos en lugar de escuchar.
Otra respuesta común también es: “Lo siento, quería
llamarte, pero la batería se me acabó”. Cuando la gente está pasando por
momentos de molestia, incluso una buena razón puede sonar como una excusa.
Estas personas necesitan que entiendan sus emociones en lugar de simplemente
lanzar una respuesta para defenderse.
Una
disculpa dudosa
Una disculpa que
contiene las palabras “si” o “pero” no es una verdadera disculpa. Decir, “Lo
siento si te hice algo” indica que no estamos aceptando que hemos hecho daño.
Si alguien no dice que le hemos causado algún tipo de daño, lo mejor es
aceptarlo en vez de tratar de lanzar una explicación que nos saque de la
situación incómoda.
Los conflictos se calman cuando los sentimientos de la
persona afectada son escuchados y respetados. Quizá más adelante podremos explicar
lo que sucedió, cuando las emociones se hayan calmado. Pero la comunicación
funciona mucho mejor cuando vamos más despacio, respiramos y oímos los
sentimientos de la otra persona.
La respuesta, “Siento que te sientas así” casi siempre
viene acompañada de, “Pero no deberías sentirte así”. Este tipo de respuestas
solo muestran que no estamos asumiendo la responsabilidad de nuestro
comportamiento.
Una
disculpa sincera
Contrasta la disculpa “dudosa” que podrías dar con una
respuesta sincera, donde realmente muestres tristeza y arrepentimiento por el
daño que has causado, por no actuar con el debido cuidado y sensibilidad.
Una respuesta sincera podría empezar analizando los ojos de
nuestra pareja y diciendo, “Sé que te he hecho daño, me siento triste por eso”,
y podríamos añadir, “¿Hay algo más que me quieras decir?”. O en el caso del
celular que se le acabó la batería, “Estuvo mal que no preste atención a la batería
de mi celular, pondré todo de mi parte para que esto no vuelva a pasar”.
Al escuchar una disculpa tan sincera, tu pareja empezará a
calmar sus emociones y con el paso de los minutos querrá solucionar las cosas.
La
fuerza de tener humildad
Una disculpa sincera requiere mucha fuerza y humildad.
Requiere que podamos descansar cómodamente en un lugar de vulnerabilidad. Y lo
más importante, requiere que reconozcamos la vergüenza que puede desencadenar
una respuesta airada o un rechazo.
Escrito por Kevin Guanilo de Hoy Aprendí.
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