Soy la hija más feliz del mundo. Mis padres siempre están
dispuestos a compartir muchos momentos divertidos juntos que muestran lo mucho
que se aman. Por ejemplo, cuando mi mamá se levanta la mitad de la noche para
ir al baño o a tomar agua, mi papá se levanta rápidamente, pone unas revistas y
libros debajo de la almohada de mi mamá, pone al gato encima y lo cubre todo
con la sábana. Cuando mi mamá vuelva a su dormitorio, mi papá pretende haber
estado dormido todo el tiempo. Mi mamá siempre grita, “¡Te voy a matar!”. Coge
las revistas y su almohada y se las tira a mi papá. Puede que se enoje un
poquito un par de minutos, pero luego se besan y abrazan y vuelven a dormir. Mi
mamá tiene 50 años y mi papá 55. ¿Quién dice que se debe dejar de ser divertido
cuando creces?
IMAGEN: PIXABAY |
Mi gato me salvó la vida. Me estaba duchando cómodamente en
la tina y mi gato estaba durmiendo en una esquina del baño. El agua de pronto
se enfrió, entonces me paré para abrir el agua caliente y de pronto resbalé y
caí. Me desperté gracias a que alguien golpeaba mi cara. Resulta que al caer
quedé inconsciente durante unos minutos y estaba a punto de ahogarme, pero mi
gato había empezado a maullar y a golpear mi cara sus pequeñas patas para
despertarme.
IMAGEN: PEXELS |
Una tarde, estaba en la estación de tren comprando el
boleto para volver a casa. Tenía la cantidad exacta de monedas para comprar el
boleto. Al insertar las monedas, la máquina se comió 3 de mis monedas sin
contarlas. Empecé desesperadamente a buscar en cada rincón de mi abrigo y mochila
algunas monedas, pero nada. Ya resignado
me dijo a mí mismo, “Rayos, ¿de donde voy a sacar el dinero que me falta ahora?”.
De la nada escuché una voz que me dijo, “Aquí estoy yo”. Al voltear, veo que es
una de las personas que siempre pide limosna en el metro y no tiene hogar. Está
con una mano estirada con las monedas que me faltaban para volver a casa. ¡Y
mucha gente dice que ya no existe la bondad en el mundo!
IMAGEN: PEXELS |
Cuando fui a la universidad, tenía que viajar todos los
días en tres y luego en metro ya que vivía fuera de la ciudad. Desde el primer
día, me llamo la atención un chico que tomaba la misma ruta que yo. Por alguna razón,
parecía estar siempre corriendo cuando hacíamos el cambio de tres a metro. Nos
robábamos muchas miradas todo el tiempo. Durante todo el primer año, él siempre
llegaba antes que yo a al metro así que decidí entrenar durante todo el verano para
ver si podía alcanzarlo. Cuando empezaron las clases de nuevo lo vi y no pude
contenerme más tiempo, decidí que nos debíamos conocer. Como de costumbre, al
salir del tren, se dirigió como una bala hacia el metro, pero yo di todo de mi
para seguirle paso. Al alcanzarlo, lo único a lo que atiné fue a quitarle el
sobrero que llevaba e irme corriendo. Él me empezó a seguir gritando, “¡Devuélveme
mi sobrero!”. Yo no pude contener la risa y al distraerme, resbalé, caí al
suelo y me rompí la nariz. Al ver mi caída, el trato de frenar y también se
resbaló, rompiéndose el brazo. Y así es como conocí a mi esposo (Creo que el
piso estaba mojado).
IMAGEN: PEXELS |
Escrito por Kevin Guanilo de Hoy Aprendí.
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