Las relaciones
interpersonales son nuestra mayor fuente de satisfacción, y también de
problemas. La relación de pareja, en especial, se convierte en fuente de
enormes alegrías y representa un apoyo inmenso en los momentos difíciles pero
cuando se convierte en una relación conflictiva genera grandes preocupaciones
que, a la larga, no solo afectan nuestro equilibrio psicológico sino también
nuestra salud, aumentando el riesgo de que padezcamos enfermedades graves.
Si tu pareja es
feliz, serás más saludable
En 1858, un epidemiólogo
británico llamado William Farr se dedicó a estudiar lo que denominó la
“condición conyugal” de los franceses. Dividió a la población en tres
categorías: casados, solteros y viudos. Luego revisó los registros de
nacimiento, defunción y matrimonio, así como las tasas de mortalidad. Concluyó
que, al menos en aquella época, las personas casadas tenían vidas más largas y
saludables.
Hace poco, psicólogos de la
Universidad Estatal de Michigan publicaron un estudio que fue el resultado de
seis años de investigación. Durante ese tiempo, les dieron seguimiento a 1.981
parejas y descubrieron que la felicidad de su media naranja estaba relacionada
con la salud del compañero. Es decir, si tu pareja es feliz, tienes más
probabilidades de tener buena salud.
Por supuesto, no son los
únicos estudios que han puesto de relieve la relación entre la salud y la
satisfacción con la vida en pareja. De hecho, también se ha apreciado que, como
regla general, las personas casadas son menos propensas a tener que pasar por
un quirófano, morir debido a un cáncer y tienen un riesgo menor de desarrollar
demencia.
Sin duda, cuando tenemos una
pareja, sobre todo si existe una buena relación, recibimos más apoyo y, por
supuesto, nos enfrentamos a menos estrés ya que compartimos el peso de los
problemas. Sin embargo, el simple hecho de tener una pareja no mejora nuestra
salud. Cada vez más estudios apuntan que cuando la relación de pareja es
tormentosa y conflictiva, el equilibrio psicológico y la salud de sus miembros
se deteriora rápidamente.
Cuando la relación
de pareja mata
Investigadores de la
Universidad Estatal de Michigan analizaron los datos de 1.200 personas de más
de 50 años, indagaron en sus hábitos de vida, como fumar, midieron sus
indicadores de salud, como el colesterol, y evaluaron la calidad de su
matrimonio. Así descubrieron que los conflictos en la relación de pareja eran
la antesala de los problemas cardiovasculares, en algunos casos eran un
predictor mucho más fiable que fumar o tener el colesterol elevado.
Curiosamente, las mujeres sufrían más este efecto negativo que los hombres. Por
eso, se ha llegado a afirmar que los conflictos de pareja pueden ser más
dañinos para el corazón que fumar o tener el colesterol elevado.
Otros estudios epidemiológicos
también sugieren que un matrimonio infeliz aumenta el riesgo de sufrir ataques
cardíacos y enfermedades cardiovasculares. De hecho, una investigación
realizada en unas 300 mujeres suecas encontró que el riesgo de sufrir un
infarto se multiplica por 3 cuando existen conflictos en el matrimonio.
Curiosamente, el estrés generado por el trabajo no representaba un riesgo tan
elevado para la salud.
¿Por
qué los conflictos de pareja son tan dañinos? ¿Cuál es su impacto en nuestro
organismo?
Para encontrar la
explicación debemos remontarnos a una serie de investigaciones realizadas por
investigadores de la Universidad Estatal de Ohio. En una de ellas, reclutaron a
76 mujeres, la mitad casadas y la otra mitad divorciadas o a punto de
separarse. A través de exámenes de sangre, descubrieron que quienes mantenían
una relación de pareja difícil o seguían atadas emocionalmente a una relación
complicada, mostraban una respuesta más débil del sistema inmunitario.
Estos investigadores fueron
un paso más allá, para averiguar qué sucede en nuestro organismo durante una
pelea con nuestra pareja. Así, reclutaron a 42 parejas casadas y aparentemente
felices. El experimento se desarrolló en dos fases, el primer día la pareja
habló durante media hora sobre temas que estimulaban las actitudes de apoyo.
Otro día, hablaron sobre temas que generaban tensión y conflictos. Mientras
hablaban, en sus brazos se crearon pequeñas ampollas mediante un dispositivo
especial.
El objetivo era ver si el
apoyo o la incomprensión afectaban los tiempos de recuperación. Y así fue.
Cuando las parejas discutieron, las heridas tardaron un día más en sanar, en
comparación con aquellas que se produjeron durante una conversación agradable.
Además, las heridas de las parejas que mostraron niveles especialmente elevados
de hostilidad mientras discutían tardaron dos días más en sanar, en comparación
con quienes se mostraron menos hostiles.
Estos datos sugieren que el
estrés que experimentamos durante una discusión de pareja puede llegar a ser
muy elevado, el cual terminará provocando una serie de cambios en nuestro
organismo que, si se mantienen a largo plazo, nos pasarán una elevada factura,
tanto en el plano físico como psicológico.
Fuente: el post completo y original lo puedes encontrar en rinconpsicologia
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