Muchas veces guardamos en
nuestros corazones la esperanza de que una situación vaya a finalmente tomar el
rumbo que nosotros quisiésemos, pero sin embargo, sabemos de antemano que las probabilidades
están en contra y sencillamente aquello que esperamos no ocurrirá.
La vida es tan sencilla o
tan compleja como nos lo propongamos, aún las situaciones de mayor demanda
emocional pueden simplificarse a través de una buena actitud. Estamos acá para
ser felices, para aprender, para crecer, pero podemos fácilmente entorpecer con
nuestras decisiones los caminos más iluminados que nos permiten estar en
armonía con nuestro bienestar.
La paciencia definitivamente
es una excelente cualidad humana, quien goza de buen uso de ella, es capaz de
transitar sin mayor agonía todas las vivencias a las que se ve expuesto. La
paciencia debemos cultivarla, porque nos da paz mientras las cosas que queremos
que ocurran, finalmente se manifiestan.
Sin embargo, cuando
esperamos algo que tenemos la impresión de que no llegará, o en el peor caso,
la seguridad, estamos desperdiciando tiempo y energías valiosas y probablemente estemos dejando pasar
oportunidades que pudiesen resultar para nosotros fructíferas y gratificantes,
ya que estamos tan extrañamente enfocados en que algo llegue que no somos
capaces de apreciar las infinitas posibilidades que destellan ante nuestros
otros.
Utilizar la intuición es
realmente útil cuando debemos tomar decisiones que impliquen esperar
pacientemente o dejar ir. Cuando nuestra intuición se inclina por dejar ir,
debemos soltar las amarras que nos atan a una situación, debemos evaluar la
situación, aprender lo necesario y liberarnos de la posibilidad de esperar.
Por qué quedarnos
esperando algo que no llegará
El ser humano tiende a
cerrar los ojos ante lo que le resulta doloroso, puede ser que a corto plazo se
logre un ahorro en el malestar generado, pero a la larga, resultará más
doloroso haber cerrado los ojos ante una realidad. La vida se disfruta mejor
desde la valentía, la entereza de reconocer cuándo algo ha llegado a su fin,
cuándo no hay vuelta a atrás, cuando debemos subir anclas y zarpar y cuando
algo no llegará.
los árboles esperan: tu no esperes, éste es el tiempo
de vivir, el único. ― Jaime Sabines
Las razones para aferrarnos
a una fantasía responden a muchos factores: amor por alguien más, escaso amor
propio, problemas de merecimiento, miedo, costumbre, disociación con la
realidad, esperanzas ciegas, etc… esto dependerá de la persona y de la
situación, pero se mantiene el factor común en todo esto: las fantasías pueden
hacerse realidad, es cierto, pero si damos por hecho que no será así, es
justamente porque una parte de nosotros maneja esa verdad.
Hacernos conscientes de la
realidad, internalizarla y ponerla bajo el foco de iluminación, nos ayudará a
liberarnos de las cadenas autoimpuestas que nos colocan en la penosa y
frustrante situación de esperar aquello que no vendrá. Somos libres de tomar el
rumbo de nuestras vidas y es nuestra responsabilidad alinearnos con nuestro
bienestar y dentro de él se encuentra ese nivel de consciencia que nos permite
decidir y poner las cosas en orden y armonía en nuestra mente y nuestro
corazón.
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