La mayoría de las veces
pasamos desapercibido el maravilloso recurso que tenemos a nuestro alcance de
manera permanente. La respiración, adicional a su función básica de suministrar
oxígeno a nuestro organismo, es la vía más rápida de darle control a nuestra
vida.
Solo
basta prestarle atención en cualquier momento a nuestra respiración para darnos
cuenta de cómo se vinculan a nuestras emociones,
siendo éstas la respuesta de nuestro cuerpo a nuestros pensamientos. Nuestra
respiración es diferente cuando estamos excitados, cuando estamos tristes,
ansiosos, enojados, alegres, dormidos… Y podemos ver que en los estados en los
cuales nuestra respiración es más forzada, estamos más afectados
emocionalmente.
Cuando nos hacemos
conscientes de esto, logramos regular nuestras emociones a través de la
respiración, la idea es lograr una respiración abdominal relajada, con
frecuencias constantes que nos permitan centrarnos en ese vaivén natural similar
al de las olas del mar.
Muchas veces cuando
intentamos respirar de esta manera no nos resulta tan sencillo, tenemos la
respiración entrecortada y los músculos vinculados a la respiración se
encuentran tensos por la situación que estamos afrontando y podemos ver el
hecho de profundizar nuestra respiración como intentar hacerlo a través de un
diminuto agujero, llegando incluso a desesperarnos más el hecho de no
progresar.
Sin embargo, todo es un
acondicionamiento, en los casos en los cuales nos cueste, debemos hacer un
ejercicio como el siguiente: “acepto mi respiración tal y como está en el
momento presente, mi cuerpo poco a poco me ayuda a relajarme y voy sintiendo
como cada inhalación relaja mi cuerpo, inhalo paz, exhalo preocupación” y
repitiéndonos a nosotros mismos algo por estilo, centrándonos en la
respiración, vamos aligerándonos de tensiones y tomamos el control de nuestro
cuerpo y sus emociones.
La
respiración consciente nos trae al momento presente y
con ello dejamos de lado el viaje del tiempo tradicional de nuestra mente, no
podemos concentrarnos en dos cosas de manera simultánea, no podemos
concentrarnos en nuestra respiración y pensar en lo ocurrió ayer, ni
preocuparnos por lo que sucederá mañana.
Cuando la concentración impregna la mente y el cuerpo,
el poder de la respiración se vuelve uno con el universo, extendiéndose suave y
naturalmente hasta el límite absoluto, pero, a la vez, la persona se hace cada
vez más autocontenida e independiente. ― Morihei Ueshiba.
A
través de la respiración absorbemos la energía vital (prana),
nos cargamos a través del aire inspirado y obtenemos todo lo que necesitamos
para estar vivos. Aprovechemos los recursos maravillosos que tenemos para
alinearnos con la armonía que forma parte de nuestra naturaleza y que siempre
está disponible para nosotros.
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