El
presente sólo se forma del pasado, y lo que se encuentra en el efecto estaba ya
en la causa.
Bergson, Henri
En muchas oportunidades nos
hemos preguntado el porqué de las cosas, ¿por qué me sucedió o no esto?… Hemos
buscado razones, motivos, culpables y promotores de las cosas que han formado
parte de los hechos en nuestra vida, para bien o para mal.
Independientemente de lo que
nos haya ocurrido, hay muchas cosas que no entendemos, no compartimos o
sencillamente nos lamentamos cuando no ocurren como esperábamos. Resulta que
todo es causa-efecto, resulta que todo tiene una razón de ser o de no ser, solo
debemos esperar que el tiempo transcurra y cuando menos lo pensamos
entenderemos porque las cosas marcharon de tal o cual manera.
Debemos comenzar por
entender que todo parte de nosotros, es decir, por responsabilidad propia, las
decisiones que tomamos, el camino que elegimos, las palabras que decimos y los
pensamientos que lanzamos al universo, hasta la religión, filosofía o creencia
que decidimos seguir es nuestra responsabilidad.
En la mayoría de los casos,
orientamos nuestras decisiones a satisfacer nuestras propias necesidades y
deseos. Cuando decidimos pensando solo en nosotros, las consecuencias no se
dejarán esperar y su resultado no será el mejor.
Mis acciones son mis únicas pertenencias. No puedo
escapar de las consecuencias de mis acciones. Mis acciones son el suelo sobre
el que mantengo. Thích Nhất Hạnh.
Hay una ley natural que se
llama “la ley de causa y efecto”, conocida también como Ley de la Consecuencia,
o Ley de Retribución y Compensación. Esta ley nos revela que todo lo que
hacemos pone en movimiento una causa y ésta trae necesariamente una consecuencia,
positiva o negativa.
Creamos en lo que sea que
hayamos escogido, una gran parte de las vertientes religiosas o filosóficas,
coinciden en los aspectos básicos para accionar con experiencias que hagan
consciencia en el mañana, en base a la ley de causa y efecto.
En los principales libros
religioso nos encontramos muchas instrucciones acerca del buen actuar y de la
motivación correcta con la que debemos tomar nuestras decisiones. Para evitar
la propia infelicidad, el Buda aconseja evitar las diez acciones dañinas:
matar, robar, romper relaciones que funcionan o dañar sexualmente a otros,
mentir, calumniar, hablar en forma brusca e hiriente, chismear y evitar a toda
costa la codicia, el odio y las visiones erróneas. La ley física nos dice que a
toda acción le sigue una reacción y la ley metafísica nos dice lo mismo: que a
toda causa le sigue un efecto.
Y así encontramos en muchas
vertientes, guías orientadas a cultivar el amor, basando nuestras acciones en
el bien, no sólo personal, sino en el bien común.
Cuando sembramos un árbol en
nuestro jardín y esperamos que crezca, hemos tenido que generar la causa de
plantarlo. Para tener amor en su sentido más amplio hemos tenido que generar la
causa de dar amor. Para ser feliz, hemos tenido que generar la causa en un
correcto accionar en nuestra vida, respetando la vida del otro como nuestro
semejante.
Nada surge de la nada, todo
tiene un origen, al igual que ninguna de las personas que habitamos el mundo
hemos surgido de la nada. Cuando haces consciencia de la influencia de la ley
de causa y efecto, comprobarás que todas las apariencias de problemas son
responsabilidad únicamente nuestra, la
falta de dinero, la falta de amor, la soledad, los aparentes problemas con tu
jefe, los aparentes problemas con tu pareja…todo, está en nuestra mente, y lo
hemos creado nosotros.
Siempre tendrás el libre
albedrío, la decisión es tuya, vive, ama, comete errores y asume tus éxitos…
Pero no busques responsabilidades fuera de ti, busca causas y entenderás
efectos.
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